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SAINT SEIYA-SAGA GENESÍS                                                                                                                                                                                                                                            Arco l-Ascendientes

-No les concedas una lagrima, las lagrimas les placen. Muestra tu honor ahora

muestra un corazon de piedra y hundelos con el-

Arthur Miller

 

Templanza-Capitulo Vl

La llegada reciente de Caelhus al Santuario y la sucesión de los hechos que habián acontecido minutos antes del despertar de su conciencia Ascendiente solo materializaba aún más la ineludible realidad de que el halo de destrucción de los Dioses Primordiales comenzaba rápidamente a cobrar más envergadura y presencia dentro de los anales de esta era; siquiera el hecho de percibir la notable disciplina y decisión del heredero de la constelación de Acuario traia paz y sosiego a los pensamientos de Asmodeus que desde un rincón del recinto del Patriarca contemplaba el lienzo de la reunión del recién llegado con el resto de los que allí se encontraban esperando finalmente el desenlace de esta búsqueda épica. -La preocupación en tus facciones es una señal de alarma que no puedo ignorar y francamente, tu no resultas muy diestro para esconder que algo te acongoja- señaló Therys mientras se acercaba a este y posaba una de sus manos sobre el hombro del Ascendiente de Cáncer; -En las eras de la mitología los Telquines eran considerados Deidades descendientes de Ponto, Dioses en menor medida pero Dioses al fin y al cabo Therys; lo mismo sucedío en Chartre con las Grayas y se repitió en Copenhague con los Daimons de Ourea y con aquel del que desconocemos a quién sirve que se hacía llamar Daimon de Arges. No estamos enfrentándonos a seres humanos envestidos en Armaduras, no estamos oponiendonos a reencarnaciones de carne y hueso de antiguos héroes, estamos embarcandonos en una masacre contra una hueste de Dioses…- susurró Asmodeus intentando ocultar la gravedad de sus palabras del resto de los moradores de aquella habitación, -Acaso vas a decirme que el Ascendiente más cercano a la muerte, aquel que tiene las llaves del infierno tiene miedo?- interrumpió Therys en un intento vano de llevar un poco de humor al lúgubre semblante del heredero de la constelación de Cáncer; -Si Therys, tengo miedo, pero no por mi ni por el resto de los Ascendientes, nosotros nacimos para esto, nuestro origen fue concebido con esta finalidad y en nuestro destino esta escrito que moriremos defendiendo al Santuario de Athena sin importar el precio porque esto es lo que somos; pero estos jóvenes…- señaló Asmodeus mientras desviaba su mirada de Therys y la dirigía a los Caballeros de Plata y Bronce que se encontraban en la habitación -Estos jóvenes no pueden siquiera imaginar aún lo que está avecinandose desde el Inframundo, piensan que esta será una Guerra Santa como las que la antecedieron y siento que no están preparados aún para los horrores que van a manifestarse; me inquieta pensar que sus cuerpos serán mancillados y cuantas vidas se apagaran durante esta cruenta batalla y supongo que no será importante cuántos de nosotros sobrevivamos si la vida de uno solo de estos Caballeros que son el futuro del Santuario se pierde-. -Si la vida de uno de estos jóvenes se pierde será nuestro fracaso y supongo que no vas a permitirte fracasar; puede que aún no esten listos, puede que aún tengan mucho por desarrollar, pero para eso hemos resurgido en esta era Asmodeus, para ser sus guías y para heredarles nuestro lugar cuando nuestra hora haya llegado; es cierto que la amenaza se encuentra más latente que nunca, pero cuando los doce Ascendientes estemos reunidos nos encargaremos de contenerla el tiempo que sea necesario para que ellos puedan crecer hasta que su poder alcance la magnitud que necesitarán- esbozo Caelhus mientras se acercaba al Ascendiente de Cáncer para darle aquel saludo que había quedado pendiente durante siglos, -Viejo amigo, perdoname, supongo que aun no puedo abandonar los antiguos vicios de mi antepasado, supongo que aún puedo sentir una fracción de aquello que lo llevó a convertirse una vez en Patriarca- dijo Asmodeus mientras se ponía de pie para estrechar la mano del Ascendiente de Acuario, -No tengo nada que perdonar Asmodeus, necesitaremos un poco de aquel antiguo y sobreprotector Caballero Dorado de Cáncer para afrontar esta Guerra Santa, solo te pido que entiendas que así como nosotros fuimos creados para convertirnos en bastiones del Santuario de Athena, las Armaduras de estos jóvenes nos demuestran que ese es también su derecho de nacimiento, que la Diosa de la Justicia los eligió como a nosotros y que solo necesitan tiempo, y nosotros le daremos ese tiempo simplemente porque ese es nuestro deber- sentenció finalmente para dar por finalizada aquella conversación y dirigirse hacia donde se encontraba el Ouroboros. -Muy bien mis queridos amigos, veamos quien fue el siguiente afortunado en ser sellado por nuestros queridos y siempre benevolentes Dioses Olímpicos- expresó Caelhus entre sonrisas mientras deslizaba el filo de la daga por la palma de su mano y luego derramaba su sangre sobre aquel mítico objeto.

 

 

El portal nuevamente se abrió liberando un pasaje hacia lo que parecía ser el ostentoso y pulcro interior de un palacio de rasgos exquisitos, con muros de piedra caliza investida con una tonalidad dorada y con su superficie cubierta por una alfombra de tono carmesí que llevaba hasta un portal de madera de grandes dimensiones siendo todo esto iluminado por imponentes lámparas de cristal que pendían desde el techo, -Excelente, veo que a uno de nosotros le ha ido realmente bien en su nueva vida, solo espero que tantos lujos no hayan mermado su voluntad ni hecho mella en su poder- continuó bromeando el Ascendiente de Acuario al tiempo que se volteaba para contemplar con un gesto impaciente al resto de sus acompañantes, -Que esperan, el portal no estará abierto por siempre y por si no lo notaron, afuera hay unos seres que no tienen intenciones precisamente amables con nosotros- inquirió Caelhus mientras Sheratan comenzaba a inquietarse por la liviandad con la que el Ascendiente de Acuario parecía estar sopesando la magnitud de la situación en la que se encontraban. -Yo conozco ese lugar, yo ire a buscar a quien sea que haya que encontrar allí y lo traeré ante ustedes- gritó una joven mujer mientras arribaba rápidamente al recinto del Patriarca. -Definitivamente la juventud de estos nuevos Caballeros es proporcional a su entusiasmo, no crees Asmodeus?- expresó la Ascendiente de Géminis arrancando finalmente una sonrisa de los labios del abstraído y meditabundo Ascendiente; -Ciertamente Therys, pero antes de enviarte muchacha, supongo que merecemos saber quien es la portadora de semejante frenesí y apasionamiento- cuestionó Asmodeus acercándose a esta pero sin que la joven se inmutara o angustiara ante su presencia; -Y acaso yo no merezco saber quien es aquel que pierde tiempo realizandome preguntas innecesarias en vez de enviarme a concretar mi misión- respondió la joven con un claro gesto desafiante y contestatario; -Enfervorizada y provocadora, dos grandes virtudes en un Caballero de Athena jovencita pero que tal vez no te defiendan de las amenazas con las que te encontrarás cuando cruces el portal del Ouroboros; aún así me agrada tu actitud y solo por eso voy a responder tu petición, por eso y porque me recuerdas a mi, yo soy Asmodeus, Ascendiente y nuevo Caballero Dorado del cuarto Templo del Santuario, la Casa de Cáncer; ahora por favor, dime quien eres tu o tendré que enviar a otro a buscar al próximo Ascendiente- contesto Asmodeus despertando en ese preciso momento el nerviosismo en la recién llegada, -Disculpe mi impertinencia señor, solo quería ser de utilidad para la Diosa Athena, yo soy Deana, Amazona de Plata de Pavo Real y si me permite informarle, lo que se encuentra del otro lado de aquel portal es el interior del Castillo de Windsor, residencia de la familia real Británica, esa es mi tierra, el lugar del que provengo, por eso quería hacerles saber que soy la mas indicada para llevar esto a cabo, no tuve intenciones de irrespetarlo- dijo avergonzada la Amazona mientras Therys se acercaba por detrás rodeándola con sus brazos, -No te preocupes jovencita, eres todo lo que una mujer debe ser, indomable y rebelde, si tanto lo deseas, a este fragmento de la búsqueda lo dejaremos en tus manos- dijo la Ascendiente de Géminis; -No quiero detenerlos amigos míos, pero mientras nosotros desperdiciamos palabras en presentaciones y disculpas el tiempo sigue corriendo y por si no lo notaron, esta en nuestra contra- interrumpió Sheratan denotando lo imperioso y vital que era que la Amazona de Plata emprendiera finalmente el viaje hacia las tierras del Reino Unido. Deana aventuró sus pasos hasta atravesar el portal del Ouroboros no sin antes oír palabras que provenían de Caelhus y que resonaban en su mente como un eco de advertencia, -Eres valiente e impetuosa, pero deberás templar tu carácter y volverlo tan duro como el acero si es que realmente deseas poder hacer frente a las amenazas que te esperan dentro del Castillo de Windsor; el mal estará más cerca de lo que crees, no confies en nadie, siquiera en tu misma sombra-.La Amazona de Pavo Real se adentro en el vórtice y descendío directamente dentro de los pasillos de aquella imponente construcción, podía oir claramente susurros que provenían de los salones cercanos y pasos que recorrían el sitial de la realeza Britanica, definitivamente este bastión de la sangre real había logrado permanecer impoluto e inexpugnable a pesar de la destrucción y el caos que habián azotado al mundo luego de la Guerra Santa que habia enfrentado a Hades y al Santuario; sigilosamente comenzo a moverse a traves de los ostentosos pasajes buscando alguna señal que pudiese indicarle la presencia o la existencia de aquel ser por el que había venido, mas solo conseguía dar con guardias que custodiaban las puertas de los recintos y que parecían observarla sin siquiera darle importancia remota a su presencia, como si tan solo la ignorasen, actitud que la enfurecía enormemente pues denotaba que aún estaban ajenos y abstraídos de las amenazas que habitaban en el exterior de sus murallas, como si estuviesen exisitiendo en la seguridad de que algo más poderoso que cualquier intruso los amparaba. -Tu presencia aquí nos honra Amazona del Santuario de Athena, que te trae al Castillo de Windsor en estos tiempos de absoluta desolación?- resonó una voz masculina detrás de ella y al voltearse, pudo encontrar a un hombre de pelo oscuro y gran estatura, investido en atuendos de tonalidades carmesí y con emblemas en su pecho que parecían darle la impronta de un miembro de la Guardia Real, -Desolación?, todo el oro que veo en sus paredes, el cristal de sus lámparas, la pulcritud en cada rincón de este lugar; créame, he visto desolación y esto definitivamente no lo es- inquirió la Amazona haciendo gala de su actitud prepotente mientras su contraparte le devolvía una sonrisa plagada de la misma ironía. -Supongo que considerando la destrucción que invade al mundo puede parecer algo singular y absurdo que este lugar siga manteniendo el mismo esplendor que en sus épocas de mayor gloria, pero debe entender que realmente nos esforzamos en defenderlo mientras ustedes permitian que la civilización se desmoronara. Después de todo, es lo menos que merece el único linaje de real importancia dentro de lo que queda del mundo libre- respondió el misterioso hombre mientras se acercaba a un retrato que se encontraba en la pared honrando la memoria de un antiguo y olvidado jerarca.

 

 

-Linaje de importancia?, veo que el elitismo británico no se mancilló a pesar de que todo el Reino Unido haya sido consumido por las llamas del Hades, tienen un Castillo tan imponente como lo es el de Windsor y no son más que mandatarios de una pila de hueso, cenizas y polvo; a propósito, quién demonios eres tú?- preguntó la Amazona de Plata acercándose a este mientras su escucha se volteaba en su dirección y de un solo golpe removía la mascara que esta utilizaba para cubrir su rostro, costumbre arraigada durante milenios dentro del Santuario de Athena. En ese momento Deana pudo sentir una profunda fuerza manifestarse desde su acompañante, un poder de tal magnitud que había paralizado su cuerpo a pesar de la profunda humillación que había sentido al ser despojada de su máscara, un poder que sin embargo, parecía disfrazarse intentando esconderse de los agudos sentidos de la Amazona de Pavo Real; -Primero, cuida tus modales, estos no son los sucios y polvorientos dominios de tu Santuario y aquí no se te permitirá hacer lo que tu desees; segundo, aquí no llevaras puesta tu máscara, aquí no son importantes tus leyes ni los dogmas de tu Diosa, aqui te regiras bajo nuestros mandatos o caerás. Por último, mi nombres es Sir Talos, Capitán de la Guardia Real Británica y en estos momentos, la figura más cercana a los Reyes; si quieres llegar a ellos, deberás agradarme a mí- expresó vehementemente Talos llevando ahora su mano derecha a la empuñadura de su espada, demostrando que no estaba bromeando y que si era necesario, se encargaría de eliminarla. -Reyes?, pero supuestamente toda la familia real había caído durante una invasión realizada por los Espectros de Hades, por los rumores que llegaron al Santuario solo el hijo de los Condes de Wessex había sobrevivido, acaso él heredó el trono del Reino Unido?- preguntó desconcertada la Amazona ya que lo relatado por el Capitán de la Guardia Real distaba demasiado de lo que había conseguido oír durante la Guerra Santa contra el Dios del Inframundo. -Es cierto jovencita, realmente veo que estas muy bien informada; el hijo del Conde de Wessex había sobrevivido a esa invasión, más sus heridas eran demasiado graves y tiempo después sucumbio ante ellas para finalmente perecer; afortunadamente conseguimos dar con un miembro de la realeza que había sido exiliado debido a crímenes que había perpetrado contra la corona y se le entregó el trono al que una vez fue el Duque de York, su alteza, Sir Obsalon-. La Amazona queda estupefacta tras escuchar esto, sus pensamientos se encontraban trémulos al percatarse de que ahora la corona estaba sobre la sien de quien una vez había intentado derrocar a sus propios padres; sabía de Obsalon, conocía su reputación y estaba completamente segura de que nada provechoso podía estar intrínsecamente ligado a su nombre, más aunque lo lamentará, debía reunirse con él si es que realmente deseaba dar con el paradero del Ascendiente al que estaba buscando, por esto mismo le rogó al Capitán de la Guardia Real que la condujera hacia el salón del Trono, petición que fue aceptada inmediatamente por Sir Talos despertando nuevamente y con mayor intensidad las sospechas de Deana sobre el velo de oscuridad que parecía estar cubriendo todo lo que realmente acontecía dentro del Castillo de Windsor, pues en una estructura tan hermética como la de la Familia Real Británica, el exceso de transparencia usualmente venía aparejado por las intenciones de esconder a la vista sus secretos más oscuros. La Amazona de Plata se agacho y tomo la mascara que aún se encontraba en sobre la alfombra y se dispuso a seguir a Sir Talos, quien tras atravesar algunos salones la invitó a internarse finalmente en la recamara del Rey Obsalon. Allí, la figura del autoproclamado jerarca de todo el Reino Unido se erigía entre lujos rodeado por mujeres y un verdadero banquete que no hacía más que aumentar aún más el desprecio de la Amazona; su fisonomía era enorme, su cabellera tan oscura como la noche y su rostro estaba cubierto por una tupida y cuidada barba que le otorgaba un aspecto señorial y digno de respeto, mas con solo abrir su boca y dejar escapar sus palabras, exponía a la verdadera alimaña que se escondía detrás de esos ropajes de seda y oro, -Sir Talos, que grata sorpresa, acaso me ha traído a otra doncella para unirla a mis bellas acompañantes?- esbozo el rey mientras deslizaba su mano por el mentón de una joven que estaba recostada a su lado. -Disculpe mi intromisión su majestad, lamentablemente no he traído a esta jovencita para su entretención, ella es una enviada del Santuario de Athena, ha venido hasta este lugar en busca de alguien, lo decepcionante es que siquiera ella sabe a quien esta buscando realmente- informó el Capitán de la Guardia Real mientras Obsalon se incorporaba y tras beber un sorbo de vino de una copa clavó su mirada en la Amazona de Plata quien pudo sentir como su sangre se helaba ante la profunda mirada del vil jerarca. -Necesito un poco de información si es que realmente desees que te ayude en tu cometido jovencita- inquirió Obsalon mientras Deana tragaba saliva y se preparaba para narrarle lo que estaba aconteciendo en el Santuario y el mundo sin conseguir dejar de recordar las palabras de advertencia de Caelhus. -Los Dioses Primordiales están resurgiendo en el Inframundo su majestad y el mundo entero está comenzando a sentir los primeros embates del poder de estos. Por esto mismo el Santuario de Athena me ha enviado aquí a buscar a uno de los Ascendientes, el heredero de uno de los Caballeros Dorados originales, los únicos seres capaces de detenerlos. El único inconveniente es que no se como identificarlo; solo me dijeron que me daría cuenta cuando estuviese frente a él- dijo la Amazona con un tono dubitativo en su voz e intentando no parecer insegura o débil ante sus escuchas.

 

 

-Por supuesto jovencita!, te sorprenderá saber que has estado junto a quien buscas todo este tiempo, solo un guerrero en este imperio puede ser poseedor de tal poder y ese es mi Capitán, el imponente Sir Talos; me dolerá perderlo pues sus servicios han sido invaluables durante toda esta oscura época, más es mi deber como rey permitir que el te acompañe al Santuario, se que el mundo entero me agradecerá este acto de grandeza y nobleza, no crees?- preguntó el rey mirando a ambos mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro de Sir Talos ante las palabras de aquel a quien había servido durante años. -Que sucede Amazona, no estas feliz de haberme encontrado finalmente?- inquirió el Capitán de la Guardia Real ante la postura incrédula de Deana que no daba crédito a haber conseguido cumplir su misión con tal facilidad y sin atravesar por los riesgos que habian tenido que experimentar el resto de los Caballeros en la búsqueda de sus respectivos Ascendientes. -Si, supongo que estoy feliz, solo que…, no pensé que fuera a lograrlo sin escollos, pude sentir un gran poder provenir de Sir Talos durante nuestro primer encuentro, por lo que supongo que no puede ser otro que el a quien estoy buscando, volvamos al Santuario entonces- expresó la Amazona mientras esperaba que el portal del Ouroboros se abriera para conducirlos nuevamente a los dominios de la Diosa Athena; -Espera un momento jovencita, antes de partir en su ardua misión porque no nos acompañas en un último banquete, te ves realmente hambrienta y me gustaría darle un homenaje de despedida a quien me protegió de los males del exterior durante todos estos años- imploró el rey sin que Deana pudiera negarse a tal pedido, después de todo no podía percibir amenaza alguna a excepción de un hombre al que le agradaban demasiado los excesos, y eso no lo volvía peligro alguno para un miembro de la Orden de Caballería de la Diosa de la Justicia y la Guerra. Apenas se habían sentado en una larga mesa rodeada de sirvientes y cubierta por los más variados y exóticos manjares cuando un revuelo de gritos, alaridos y estruendosos golpes se coló desde el exterior de los muros y a través de los ventanales generando una actitud incómoda en Obsalon y Talos quienes pudieron presagiar la inevitable pregunta que esbozaria la Amazona de Plata -Qué demonios está pasando allí afuera?-. -Eventualmente, aquellos que sobrevivieron a la destrucción dejada por las hordas de Hades se vieron sumidos en una profunda situación de miseria y pobreza y suelen realizar demostraciones de esta naturaleza para dejarnos ver su descontento, deberían entender que todos estamos sufriendo las mismas penurias, que ellos no son las únicas víctimas de todo lo que ha sucedido- respondió Sir Talos mientras engullía un gran trozo de carne de cordero, casi sin entender la dicotomía existente entre sus palabras y lo que estaba haciendo; -Miserias?, pero si ustedes tienen toda esta comida, si tienen todas estas riquezas, si tienen todo este vino, porque no compartir un poco con ellos?- apeló Deana buscando un poco de razonamiento en sus acompañantes y sin conseguir entender como alguien con el pensamiento del Capitán de la Guardia Real podía llegar a formar parte de los majestuosos Caballeros Dorados. - No entiendes Amazona, cualquier hombre puede reemplazar a un ciudadano plebeyo, pero ninguno de ellos puede tomar el lugar de nuestro rey; por eso mismo ellos están allí y nosotros aquí, espero que mi presencia en el Santuario consiga cambiar eso y traer más armonía a este desestabilizado mundo- respondió Sir Talos mientras una impresionante explosión sacudía el líquido en sus copas. Las puertas del salón se abrieron y un joven ingresó al comedor, evidentemente era mucho más joven que Talos y Obsalon, su largo cabello castaño llegaba hasta sus hombros y una cicatriz atravesaba su ojo izquierdo denotando que ya había sido parte de una batalla que había dejado huellas en el. -General Valiant, verte aquí siempre es un mal augurio; usualmente tu presencia trae aparejada tu ineficacia para encargarte de esos lacayos- cuestionó el rey al recién llegado joven quien bajo su mirada en señal de vergüenza. -Su majestad, los ciudadanos sólo están pidiendo algunas raciones de comida y acceso a agua fresca y limpia; no puedo atacarlos por pedir lo que les pertenece, me niego indeclinablemente a guiar a la Guardia Real contra el pueblo del Reino Unido- expresó Valiant sin titubear siquiera un segundo en sus palabras y con la seguridad propia de alguien que conoce y mantiene sus ideales y su moral por sobre cualquier cosa. -Te niegas?, rehusas cumplir mis órdenes?, te di el lugar que tienes por lo que hiciste por el hijo del Conde de Wessex, pero tu no eres más que una pieza de ajedrez dentro de la Guardia Real, si tanto amas a los plebeyos que están afuera de los muros, porque no te unes a ellos y me ahorras tener que continuar lidiando con tu incompetencia- increpó el rey, -Talos acompañame, debo tener una última conversación contigo en privado antes de que partas al Santuario de Athena; con su permiso señorita-. Obsalon y Sir Talos se levantaron entonces de la mesa para dirigirse a un salón contiguo, dejando a Deana en aquella habitación y en compañía del joven Valiant, quien por más que intentaba, no podía contener su rabia e impotencia ante la desidia con la que su jerarca se refería al pueblo al que estaba obligado a servir. -Entiendo tu enojo Valiant, yo también estoy bastante desconcertada ante sus palabras, solo me aferro a la esperanza de que cuando Talos se convierta en Caballero Dorado todo esto pueda cambiar- expresó la Amazona ante la mirada incrédula del joven, quien no abandonaba su postura desafiante, -Disculpa que me entrometa, pero la cicatriz que tienes en tu ojo izquierdo, la sufriste durante el ataque de los Espectros de Hades?- pregunto esta nuevamente intentando indagar más en lo que estaba aconteciendo en el Castillo de Windsor.

 

 

-Exacto- respondió el joven, -Estaba intentando defender al hijo del Príncipe de Wessex, a mi amigo y siendo solo un niño con una espada que me superaba en peso intente resistir cuanto pude; ese imbecil hizo que perdiera mi ojo, pero el perdio su vida; a pesar de todo creo que lo hice bastante bien, no crees?-. -Bien?, pocos pueden ufanarse de haber derrotado a uno de los Espectros del Dios del Inframundo, definitivamente debiste haber sido un jovencito muy valiente. Es obvio que no eres un inútil a pesar de lo que Obsalon diga- alegó la Amazona intentando brindar un ápice de ánimo a su acompañante, más sus palabras despertaron inmediatamente una mueca irónica en el rostro de Valiant, quien corrió su pelo dejando completamente expuesta su cicatriz mientras la señalaba con su dedo índice, -Amazona, quien me hizo esto puede haber sido muchas cosas, pero definitivamente no se trataba de un Espectro de Hades- expresó el General de la Guardia Real helando la sangre de Deana, -Pero Talos me habló de la invasión de los Espectros y como toda la Familia Real cayó ante esta, de como se esforzaron por mantener en pie este palacio y de todas las vidas que se perdieron, acaso estas queriendo decirme que todo ha sido…- profirió la Amazona. -Todo es una mentira muy bien orquestada Deana. A pesar de ser un niño pude notar como aquella invasión tenía blancos puntuales. Los supuestos Espectros atravesaron todas las inmediaciones del Castillo de Windsor sin cobrar ninguna vida; la Guardia Real prácticamente desapareció durante esta y los únicos perecimientos que se registraron fueron los de los reyes y los de todos sus potenciales herederos. Adivina quien apareció solo días después?- preguntó Valiant mientras Deana golpeaba el largo mesón con su puño comprendiendo que habian intentado engañarla solo para responder lo mas obvio, -Obsalon-. -Exacto Amazona, cinco días después de la invasión y con el fuego aún ardiendo dentro de las murallas, Talos arribó en compañía de Obsalon, uno se convirtió en realeza y el otro ascendió hasta ocupar el segundo eslabón con mayor poder dentro de la nueva conformación de este corrupto gobierno; si realmente Talos se convertirá en un Caballero Dorado, entonces ruego a los Dioses que nos amparen de ustedes- esbozo Valiant interrumpiendo sus palabras intempestivamente al escuchar que el rey y el Capitán de la Guardia Real emergián luego de su secreta reunión. -Muy bien Valiant, es hora de que enmendemos tu error y detengamos de una vez por todas a estas enardecidas e irrespetuosas masas. Por eso mismo les daremos un mensaje que jamás podrán olvidar. Acompáñennos- dijo Sir Talos saliendo del comedor detrás de Obsalon e invitando a los dos jóvenes a seguirlos hacia los jardines que se encontraba exactamente detrás de las murallas. Al llegar al muro los cuatro ascendieron a través de una larga escalinata que los llevaba a una especie de balcón desde el cual podían atestiguar a los ciudadanos reclamando lo que parecían solo limosnas comparadas con la ostentación con la que se vivía dentro de los recintos de la Familia Real. Obsalon se acercó hacia el barandal de aquel mirador y elevando sus manos pidió a sus plebeyos que se callaran y lo escucharan, -Mi querido pueblo, he escuchado de sus penurias y de su miseria y estoy decidido a terminar hoy mismo con sus lamentaciones, por eso mismo invito a quien los este incentivando a golpear los portales de mi castillo a acercarse y subir hasta este lugar para que podamos concertar una reunión que pueda ponerle fin a su sufrimiento- expresó Obsalon con gesticulaciones que reflejaban magnanimidad y benevolencia. De entre las multitudes un anciano emergió, su piel se veía ajada por el sol y su largo cabello blanco representaba años de sabiduría que se escondian detrás de harapos que lo recorrían intentando cubrir su delgado cuerpo. Los portales se abrieron y un grupo minúsculo de guardias salió a través de estos para escoltar al longevo hombre hasta la presencia de Obsalon, quien lo esperaba con los brazos abiertos ante la sonrisa de Talos y la perplejidad de Deana y Valiant -Es realmente noble que en un cuerpo tan débil y abatido se esconda una determinación tan férrea, cuentame como te llamas orgulloso anciano- preguntó el rey mientras se deshacía en demostraciones de respeto y aprecio; -Mi nombre no es importante su majestad, tan solo voy a decirle que tuve el privilegio de presenciar con mis propios ojos los tiempos de gloria de esta nación; esto no es una rebelión, solo somos un grupo de personas rogando no ser tratados como animales- imploro el anciano con su voz tiritante. Todo el lugar se sumió en un gran silencio que de pronto se deshizo en pedazos ante las carcajadas de Obsalon y la imagen atroz de Talos acercándose al octogenario, encadenandolo y obligándolo a postrarse sobre sus rodillas. Deana intentó incorporarse para socorrer a aquella indefensa víctima de la barbarie de Obsalon, pero la mano de Valiant sobre su rodilla la obligó a permanecer sentada y a convertirse solo en un testigo silencioso de lo que estaba sucediendo. Obsalon se volteo hacia la multitud tomando al anciano por su cabello y produciéndole a este un terrible dolor, -Si no quieren ser tratados como animales, entonces no se comporten como tales- expresó para luego propinar un golpe directamente en el rostro de su prisionero que abrió una herida en su mejilla y lo arrojó de frente hacia el suelo. Talos se acercó nuevamente incorporando al anciano que ahora lucía su rostro cubierto de sangre, empuño su espada y la colocó directamente sobre el cuello del anciano que ya podía sentir el frío aliento de la muerte acercándose a través del filo de aquella espada, -Plebeyos, hoy aprenderán dos invaluables lecciones; primero, que nuestro rey debe ser obedecido y respetado ciegamente; segundo, que los héroes no existen- gritó para luego blandir su espada en el aire y precipitarla directamente hacia el cuello de su presa. Deana cerró sus ojos, intentó mantenerse ajena a lo que sucedía, intentó confiar en quien la había obligado a permanecer quieta, intento no ver como la crueldad de aquel a quien iba a llevar al Santuario de Athena robaba la vida de una persona inocente y solo espero el fatídico momento en el que oiria los llantos de la multitud dando a entender que el mensaje que Obsalon deseaba darles había sido comprendido.


 

Extendió su mano buscando a Valiant, más el joven ya no estaba sentado a su lado; junto coraje para abrir sus ojos y tolerar lo que estos vieran, pero la imagen que estos le devolvieron disto en demasía a la que esperaba. El anciano aún yacía de rodillas, pero la espada de Talos nunca había llegado a cortarlo; delante de él, un fino hilo de sangre caía de las manos de quien había evitado el vil asesinato. Valiant había tomado la hoja del sable con sus manos desnudas y allí permanecía evitando que el dictatorial mandato de Obsalon se cumpliera y las miradas de sorpresa en los ojos sus ojos y los de Talos no hacian mas que demostrar perplejidad ante la valiente demostración del joven; -Solo necesitaba esta prueba, solo necesitaba ver los actos sanguinarios de los que eres capaz para comprobar que todo este tiempo estuve en lo correcto. Tu no eres tan solo un rey caprichoso Obsalon, tu eres un asesino y como servidor del pueblo del Reino Unido, mi deber es acabar con aquellos que atenten contra sus ciudadanos, aunque sea el rey con quien deba acabar- exclamó Valiant mientras realizaba un movimiento con sus manos que arrancaba la espada de los puños de Talos. El joven tomó el sable y arremetió con este contra la fisonomía de Obsalon esperando darle muerte, pero al tocar su pecho con el filo de esta, el sonido de metales impactando lo detuvo en seco pues bajo las vestiduras rasgadas del rey, pudo notar lo que parecía una coraza de tonalidades oscuras, una coraza que había sido capaz de destruir por completo el acero de la espada. -Muy bien jovencito, supongo que me descubriste, pero esto no cambia nada, solo adelanta la muerte que tarde o temprano hubiese acabado dandote- exclamó el rey removiendo sus ropajes de seda y denotando lo que sin duda alguna era una Ars Abiectus, -Es hora de que les revele mi verdadero ser, yo soy Obsalon de Kottos, heraldo del Dios Primordial de la Oscuridad y aunque les pese, ahora todo esto me pertenece- gritó mientras la Amazona de Plata se abalanzaba sobre él para atacar al enemigo sobre el cual Caelhus le había advertido; más su Ventisca de Pavo Real fue detenida cuando la mano de Talos atravesó su pecho dejándola mal herida e inconsciente; -Estuvimos tan cerca jovencita, solo tenías que llevarme al Santuario de Athena y todo acabaría; mira como has terminado por intentar ser un héroe, como te lo había advertido, los héroes no existen- dijo Sir Talos tomándola de su cabello y despegando su rostro del charco de sangre que provenía de su herida. -Tu también…- preguntó Valiant sin conseguir dar crédito a lo que sus ojos veían; -Exacto, cuando la Guerra Santa contra Hades estaba culminando un mensajero se presentó ante mí; los Dioses Primordiales sabían que el Dios del Inframundo sería derrotado y esto les brindaba un terreno más que fructífero para cumplir su cometido. Solo tuvieron que penetrar en cada cúpula de poder a nivel mundial para evitar así que el mundo pudiese emerger del caos dejado por esa contienda; por esto la humanidad entera no pudo recuperarse y por esto cada ser humano ve hoy al Santuario de Athena como sus enemigos y los responsables por sus miserias. Luego solo tuve que convertirme en Talos de Ptono, servidor de la Diosa Primordial de la Noche y obedecer la primer orden que esta me dio, acabar con toda la Familia Real y permitir que Obsalon tomará el trono del Reino Unido, algo que me resultó extremadamente sencillo considerando que esos imbéciles estaban demasiado sumergidos en sus comodidades-. Valiant se echó hacia atrás apoyando su espalda contra el barandal mientras llevaba sus manos a su rostro, -Ustedes, ustedes nos traicionaron- exclamó con nerviosismo y rabia al entender que eran responsables por cada vida que se había perdido durante todos estos años. -Nosotros no hemos traicionado a nadie, la humanidad misma se ha traicionado al depredarse a sí misma, nosotros solo adelantaremos su inexorable extinción- replicó Obsalon, -Todos morirán, es inevitable, pero nuestros Dioses necesitaban de la desesperación de estas almas para alimentarse y recuperar sus fuerzas, nosotros solo hemos servido a un fin mayor; ahora que el ciclo ha terminado, ya no tenemos necesidad de continuar escondiéndonos- continuó, -Más siéntete halagado, pues tu serás el primero en saber de lo que nuestro poder es capaz- exclamó ahora Talos tomando nuevamente su espada, la que al tocar sus manos se convirtió inmediatamente en un sable cubierto de ornamentos que imitaban a serpientes, -Esta es la Espada de Aglauro, y será quien se encargue de tomar tu vida- gritó Talos de Ptono mientras embestía contra la indefensa fisonomía de Valiant quien solo parecía resignado a esperar su muerte. El momento del final parecía haber llegado pero entonces, todos los recuerdos volvieron a él como un torbellino del pasado, las memorias junto a su amigo, el dolor de aquella batalla en la que intentaron asesinarlo, el rostro de Deana y el momento en que la habian herido, todo funciono como el perfecto catalizador para correr el velo que cubría su mente y revelarle quién era realmente; él era el heredero de Excalibur. -Hablas demasiado Daimon, pero mejor dejemos que sean nuestras espadas las que hablen por nosotros con el filo de su acero- clamó quien se había revelado finalmente como el Ascendiente a quien Deana estaba buscando. Talos se detuvo de repente al sentir el impresionante poder que provenía de Valiant pues era imposible que ese jovencito pudiese poseer una fuerza tal; -Quien o que eres tu?- preguntó el sorprendido Daimon; -Una vez me conociste como el General de tu Guardia Real, ahora reconoceme por lo que realmente soy, Valiant, el heredero de la constelación de Capricornio y portador de la sagrada espada Excalibur- exclamó mientras elevaba su brazo izquierdo en el aire para luego precipitarlo contra el Daimon liberando una onda cortante con este que fracturó el acero de la Espada de Aglauro y desprendío pequeñas esquirlas de su Ars Abiectus. Valiant finalmente sentía que podía detener de una vez por todas la tiranía desencadenada por Obsalon; no le importaba quien fuera o que estubiese habitando dentro de él, no le importaba tampoco que Dioses ampararan a esos esbirros del mal, solo sabía que ellos debían pagar por los crímenes que habián cometido en nombre de su ambición y ahora él tenía el poder para suficiente para concretar aquello con lo que había soñado durante años. -Talos, Obsalon, ya que pusieron tanto esmero en simular una invasión de Espectros, ahora los convertiré en uno de ellos- gritó mientras su brazo volvía a tomar altura y era rodeado por un aura de gran magnitud. -Estupido Ascendiente, es posible que nuestro exceso de seguridad haya devenido en que tu pudieras descubrir tus poderes, más la batalla que ha comenzado entre nosotros no tendrá su final este día; tu pueblo es libre, pero pronto regresaremos y transformaremos todo esto en un páramo desolado y será tu sangre la que lo bañara- exclamó Obsalon de Kottos para luego perderse junto a Talos de Ptono en una espesa neblina oscura. Valiant caminó entonces hacia el cuerpo moribundo de Deana y la levantó tomándola en sus brazos mientras el vórtice del Ouroboros se abria nuevamente para devolver al Santuario a otra de las piezas de su mítico rompecabezas. Cada encuentro revelaba un nuevo secreto dentro de la trama de los Dioses Primordiales, cada palabras los desenmascaraba aún más y denotaba que esta Guerra Santa llevaba años siendo planeada y ahora, el Santuario de Athena solo contaba con escasas horas para establecer la defensa de la humanidad más imponente que la historia jamás hubiese visto.

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