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SAINT SEIYA-SAGA GENESÍS                                                                                                                                                                                                                                             Arco l-Ascendientes

-Nadie ha comprendido el sentido de la vida hasta que

a sometido su ego para servir a sus hermanos-

Ralph Waldo Emerson

 

Vinculos-Capitulo lV

Asmodeus de Cáncer finalmente había arribado al Santuario de Athena y tras una década, la llama de fuego de su constelación en el reloj zodiacal volvía a encenderse y a arder con la misma belleza de otros tiempos; Sheratan de Aries se acercó a él para estrechar su mano y al mirarse el vínculo que los había unido durante las primeras Guerras Santas de la era del mito parecío revitalizarse y surgir nuevamente con la misma fortaleza y entereza con que se había cimentado una vez. Asmodeus posó una de sus manos sobre el hombro de Sheratan y juntos se dirigieron hacia otra ala del recinto donde comenzaron a mantener una conversación en un tono prácticamente inaudible para los que allí se encontraban. Marín se acercó lentamente y ocultándose detrás de uno de los pilares de mármol pudo contemplar como los rostros de ambos reflejaban una profunda seriedad y preocupación y finalmente consiguió oír un fragmento de aquello que estaba despertando tanto desconcierto en ellos. -Puedes sentir como la esencia de los Dioses Primordiales comienza a envolver al mundo Sheratan?; pronto los cambios serán de una intensidad y una profundidad mayor, si ese momento llega la humanidad estará perdida, aunque los derrotemos las heridas serán demasiado profundas- exclamaba Asmodeus con un resonante tono de nerviosismo en su timbre de voz; -Temo que estas en lo correcto Asmodeus, y comienzo a dudar de que estos jóvenes tengan la determinación y el valor necesario para afrontar lo que está a punto de acontecer, no dudo que tengan grandes intenciones e ideales magnánimos, pero estoy seguro que sus ojos jóvenes jamás fueron testigos de un apocalipsis semejante al que está por desatarse- respondió Sheratan mientras se acercaba a uno de los ventanales de la habitación, -Asmodeus, debes tomar el lugar del Patriarca como lo hizo tu antecesor, realmente necesitaremos la guía de alguien que no tema ensuciarse las manos cuando sea necesario y tu eres el único de nosotros que puede llegar a cubrir esas expectativas- continuó mencionando Sheratan mientras se volteaba nuevamente en dirección al heredero de Cáncer. -Agradezco y me siento honrado por tu ofrecimiento, pero debo rechazarlo, no podría vivir conmigo mismo si solo tuviese que sentarme aquí a esperar que ellos lleguen; mi lugar en este momento está en el campo de batalla junto a los que sacrificaran su vida, si debo morir lo haré portando la Armadura de Cáncer, no la túnica del Patriarca- respondió Asmodeus con gesto prudente y respetuoso mientras el heredero de Aries sonreía y asentía con su cabeza. -Dime Sheratan, ya lo encontraron?- preguntó Asmodeus mientras sus palabras despertaban ahora la curiosidad de la Amazona de Plata de Aguila; -Te refieres a el?, al último?; el Ouroboros aún no nos ha llevado a él, pero puedo percibir su esencia desde este remoto lugar y supongo que no va a verse muy satisfecho con nuestro reencuentro, después de todo, le sobran razones para no desear hacer nada en beneficio de los Dioses- respondió Sheratan mientras Asmodeus se cruzaba de brazos y cerraba sus ojos, -Como tú, también yo puedo percibirlo, tanto a él como al resto de los Ascendientes, pero a diferencia de los demás, siento un gran poder a su lado, un poder que solo puede pertenecer a…- expresó el Caballero Dorado de Cáncer, -También yo pude sentir a quien esta a su lado, supongo que ella ha sido más sagaz y astuta que todos nosotros y le ha dado una razón para que deba formar parte de esta nueva Guerra Santa; pero creo que lo mejor es dejar aquí esta conversación, al parecer ahora los muros del Santuario pueden oír, no crees Amazona?- exclamó Sheratan mientras Marín se retiraba de su improvisado escondite y se dirigía a ambos, -Realmente van a continuar con los secretos considerando todo lo que está sucediendo?- inquirió la Amazona mientras Asmodeus se dirigía hacia ella y la tomaba sutilmente de su brazo, -No confundas misterio con reserva Marin, tarde o temprano todas tus preguntas serán respondidas, pero no tiene sentido sembrar un concepto en sus mentes cuando los que ya tenian están siendo despedazados por los hechos- sostuvo con sabiduría Asmodeus mientras se internaba nuevamente en el salón del Patriarca. El Ascendiente de Cáncer tomó entonces la daga de las manos de Sheratan y le hendió en la yema de su dedo generando una herida lo suficiente grande que propiciará el sangramiento necesario para despertar nuevamente el poder del Ouroboros y abrir el puente hacia el próximo Ascendiente. El Caballero Dorado de Cáncer sonrío levemente cuando pudo ver lo que se encontraba al otro lado, se voltio y con gesto complaciente se dirigió a sus acompañantes -Muy bien Caballeros, creo que no alcanzará con uno solo de ustedes para poder domar al Ascendiente que se encuentra al otro lado. Shaina, ve y busca a dos de tus mejores discípulos, tenemos que conseguir que los jóvenes del Santuario comiencen a internarse más en esta Guerra Santa- señaló Asmodeus mientras la Amazona de Plata de Ofiuco descendía a través de las escalinatas y se dirigía a cumplir el pedido del Ascendiente para volver minutos después con dos Caballeros que guardaban una impresionante similitud física. -Muy bien Asmodeus, esto es precisamente lo que me pediste, Caballeros, presentense ante los Caballeros Dorados- ordenó Shaina a sus jóvenes acompañantes quienes rápidamente llevaban uno de sus puños hacia la zona izquierda de su pecho en señal de reverencia; -Mi nombres es Zarek, Caballero de Plata de Orión y el es mi hermano Zephyr, Caballero de Bronce de Corona Boreal, estamos a su servicio- mencionó uno de los jóvenes de largos cabellos negros y piel trigueña; -Excelente Shaina, esto es mejor de lo que tenía pensado, creeme que no podrías haber tenido una idea más propicia- señaló Asmodeus mientras se volteaba y señalaba el portal del Ouroboros con su dedo índice.

 

 

-Lo que ven ante ustedes es la ciudad de Copenhague, en Dinamarca. En estos momentos las naciones más poderosas están reuniendo a sus más altos mandatarios en este lugar para dirimir acerca de los cambios que están gestándose a nivel mundial. Nosotros conocemos las causas, pero ellos aún están ajenos a la existencia de los Dioses Primordiales- expresó Asmodeus cargando sobre sus hombros el peso de tener que explicarle a los jóvenes Caballeros que pronto tendrián que adentrarse en una cruenta batalla; - Nuestros enemigos se alimentan del odio, del rencor, de cada factor intrínseco del alma de los mortales, inclusive de la oscuridad que pueden albergar sus almas. Este concilio de la humanidad es el caldo de cultivo perfecto para desatar una guerra entre los hombres que los provea de todos aquellos sentimientos nocivos que ellos necesitan para adelantar su advenimiento. En este momento puedo percibir en este lugar la presencia de cuatro sirvientes de los Dioses y tras ellos, acechandolos, puedo sentir claramente la presencia de nuestro Ascendiente. Vayan por él y ayudenlo a evitar que esto se convierta en una masacre- exclamó Asmodeus mientras los jóvenes Caballeros de Plata y Bronce se internaban en el portal del Ouroboros para acaecer finalmente en tierras de la capital danesa. Frente a ellos se levantaba uno de los monumentos más emblemáticos de todo Copenhague, los Palacios de Amalienborg, lugar donde iba a llevarse a cabo la reunión entre los mandatarios mundiales. Zarek y Zephyr comenzaron a caminar escudriñando con su mirada todo lo que los rodeaba e intentando captar cada detalle, perdiéndose entre la multitud que recorría las calles de la zona central de la ciudad y sintiendo por momentos que estaban buscando una aguja en un pajar. Ambos detuvieron sus pasos frente al monumento a Christian IX para obtener desde allí una mejor perspectiva panorámica de lo que acontecía aunque sin demasiado fruto, pues era imposible distinguir a quien estaban buscando cuando siquiera sabían como se suponía que debía verse. -Hermano, estoy comenzando a pensar que hasta que no suceda algo no podremos distinguir a nuestros objetivos; por momentos puedo sentir algo extraño, pero luego parece esconderse de mi y eso hace que me resulte imposible rastrear el lugar de donde proviene- expreso Zarek de Orión mientras su hermano asentía con su cabeza, -Coincido contigo hermano, las posibilidades aquí son infinitas, cualquiera de estas personas podrían ser nuestros enemigos o nuestro aliado, si cometemos un error podríamos iniciar un efecto dominó que de inicio a los problemas de los que nos habló Asmodeus-. Ambos Caballeros continuaban allí a la espera de una señal cuando alguien pasó caminando entre ellos y golpeó con su cuerpo el hombro de Zephyr haciéndolo tambalear y murmurando algo en un tono lo suficientemente audible para ambos, -Váyanse de aquí Caballeros, no se dan cuenta de que estén estorbando- esgrimió la enigmática figura que llevaba su cuerpo completamente cubierto con un abrigo de color negro y sobre su cabeza una capucha que hacía imposible adivinar los rasgos de su rostro. -Siguelo Zarek, sea quien sea guarda relación con lo que está sucediendo- gritó Zephyr mientras esta misteriosa se perdía entre la multitud. -Rapido hermano, se dirigió hacia aquella callejuela, pero sé cauto, puede ser una trampa- respondió Zarek señalando un calle flanqueada por construcciones antiguas que se extendía a pocos metros de ellos. Ambos Caballeros se internaron allí y pudieron ver a su objetivo parado sobre uno de los muros, obviamente esperando por ellos, -Acaso no les dije que se fueran?- señaló esta figura mientras removía la capucha que cubría su rostro revelando que se trataba de una mujer de cabellos rizados rubios y de una belleza increíble, lo suficientemente impactante como para dejar a los jóvenes Caballeros boquiabiertos. -Quien eres tu?, nuestro enemigo o nuestro aliado?- preguntó con cierta inseguridad el Caballero de Plata mientras posicionaba su Caja de Pandora frente a él, -Amigo o enemigo es algo relativo, no te parece Caballero?, todo depende de cuales sean tus intenciones en este lugar y de qué lado de la moneda puedas ver- esbozo la misteriosa dama mientras Zarek miraba a su lado y se encontraba con la sorpresa de ver a su hermano completamente desarmado y con evidentes muestras de golpes sobre su rostro. El Caballero de Plata intentó acercarse para socorrer a Zephyr pero entonces pudo sentir como el algido filo metálico de una daga se posaba sobre su garganta; -Mi nombre es Therys y quien esta detrás de tí es mi hermano Boreas- informó la joven mujer mientras se acercaba al Caballero de Plata -Hace varios días, un conjunto de personas extrañas arribaron a Dinamarca entrando por la ciudad de Abenra en el límite con Alemania y desde su llegada las muertes se han sucedido de forma alarmante. Las fuerzas de seguridad han intentado todo para acabar con ellos pero sus intentos solo han derivado en más muertes de civiles; por eso se vieron obligados a recurrir al plan B- continuó diciendo Therys, -Y cual sería el plan B?- preguntó Zarek mientras sentía como la daga ejercía más presión sobre su cuello. -El plan B somos nosotros- contestó Bóreas con una voz grave y seria, -Ciertamente Caballero, nosotros somos el plan B, nos contrataron para acabar con estos asesinos cuando detectaron su arribo a Copenhague. Nuestro trabajo debe ser simple, limpio y rápido y su presencia en este lugar no hace mas que ponernos en evidencia; para ser más clara, nos están estorbando- inquirió Therys en el preciso momento en que Zephyr comenzaba a recuperar su conciencia y a reincorporarse sobre sus pies. -Qué demonios sucedió?, sentí una presencia detrás mío y luego todo se apago...Hermano!!!!, quienes son ustedes!!!???- gritó el Caballero de Bronce con desconcierto al ver a esas dos figuras sometiendo a Zarek. -Disculpa Caballero, mi hermano puede ser un poco extremista con sus métodos- dijo Therys dirigiéndose a él, -Ahora váyanse de aquí, tenemos un trabajo que hacer- sostuvo finalmente mientras volvía a cubrir su cabeza y Boreas lanzaba de un solo golpe a Zarek contra el muro de una de las antiguas construcciones y enfundaba su daga.

 

 

-No entienden, ellos no son asesinos normales, morirán si se enfrentan directamente a ellos- gritó Zarek mientras las dos figuras se dirigian nuevamente a la explanada de los Palacios de Amalienborg. Boreas se volteó regresando hacia Zarek para luego sujetarlo de su cuello y elevarlo en el aire. -Escuchame Caballero, solo me tomó algunos segundos neutralizarlos a ambos, realmente crees que un grupo de psicópatas me da miedo?; además morir no esta en mis planes, aunque si sigues molestando me asegurare de que si este entre los tuyos-, -Pe...pero ellos no son simple psicópatas o asesinos, si se trata de quienes creemos, están al servicio de los Dioses Primordiales- respondió Zarek con un fino hilo de voz debido a la fuerza que Bóreas estaba ejerciendo sobre su garganta. -Dioses Primordiales?, sueltalo hermano, veamos que tienen para decirnos, esto se esta poniendo realmente interesante- expresó Therys posando una de sus manos sobre el hombro de su hermano e intentando tranquilizarlo. -Ya estoy cansado de estas malditas leyendas Therys, sean quienes sean, si son hombres pueden morir y ya nos han pagado para acabar con ellos. Mientras desperdiciamos nuestro tiempo hablando con ellos, nuestros objetivos se nos están adelantando- grito Bóreas con vehemencia mientras soltaba al Caballero de Plata quien caía pesadamente al piso y tomaba su cuello con una de sus manos, masajeandolo e intentando calmar el dolor que sentía. -Entiendo tu punto Boreas, creeme que lo entiendo, pero tu mismo me dijiste hace dos noches que había algo en todo esto que no te estaba resultando para nada normal; tenemos que cumplir nuestro cometido, es cierto, pero debemos tomar nuestros recaudos también- expresó Therys con un tono sereno y conciliatorio mientras Boreas se dirigía hacia el otro lado de la calle con un evidente enojo para luego volver a dirigirse a su hermana, -Muy bien, que hablen, pero espero que puedan soportar la sangre en sus manos si alguien mas muere mientras escuchamos las historias de estos niños- expresó por última vez para luego cruzar sus brazos y sumirse en el silencio. -Que nos decían jóvenes Caballeros?, Dioses Primordiales?, de que se trata?- preguntó Therys mientras Zephyr y Zarek se miraban uno a otro y a su vez a Bóreas, quien ahora estaba jugando peligrosamente con su daga y apuntando a ambos de forma amenazante, -Tu hermano nos esta poniendo algo nerviosos Therys- dijo el Caballero de Bronce con su voz entrecortada, -No se preocupen por Boreas, creanme que debajo de ese exterior inclemente y severo se esconde uno de los hombres más nobles y valientes que conocerán en sus vidas. Su único defecto y su mayor virtud es que tiene un sentido muy extremo de lo que significa la justicia, muchos lo han sufrido, pero muchos más han visto sus vidas protegidas gracias a esto, inclusive yo. Ahora dejémonos de rodeos y respondan mi pregunta; qué quieren los Dioses Primordiales en Copenhague?- reiteró Therys para que ahora finalmente Zarek se pusiera de pie dispuesto a responder esta interrogante. -En el Santuario tememos que ellos hayan enviado a sus sirvientes con el fin de asesinar a los principales mandatarios que aquí se encuentran y propiciar así una guerra entre los hombres. Aún no sabemos prácticamente nada de estos seres, ni sus ventajas ni sus limitaciones, pero sin lugar a duda, si están relacionados con los Dioses Primordiales serán una terrible amenaza- relataba el Caballero de Plata de Orion cuando de repente un enorme temblor sacudió el suelo bajo sus pies deteniendo sus palabras y las cúpulas de los edificios que los rodeaban comenzaron a precipitarse peligrosamente sobre ellos. Boreas corrió rápidamente hacia donde se encontraba su hermana cubriendola con su cuerpo y recibiendo el impacto de cientos de escombros mientras Zephyr de Corona Boreal desplegaba miles de cristales de hielo que se entrelazaban creando una cúpula lo suficientemente fuerte para escudarlos y protegerlos de las fracciones de piedra que caían desde las construcciones. Cuando la precipitación de fragmentos cesó, entre el humo y el polvo que estos escombros habían levantado se erigieron cuatro figuras de porte imponente, todas con una estatura superior a los dos metros y con una masa muscular excesiva para cualquier ser humano; Boreas se reincorporo limpiando las partículas que habián ensuciado su abrigo y con una de sus manos destrozó la cúpula de hielo de Zephyr mientras Therys se paraba a su lado enfrentando a quienes claramente eran sus enemigos, -Esto es increíble, los estábamos buscando y ustedes han venido exactamente a nosotros, nos han ahorrado muchísimo trabajo- expresó Bóreas con un tono soberbio mientras su hermana se quitaba su gabardina denotando una gran cantidad de dagas enfundadas en diversas partes de su cuerpo. Uno de los cuatro hombres que estaban de pie frente a ellos dio unos pasos hacia adelante y el suelo parecío temblar con esto; con ojos maniaticos miro a Bóreas y a Therys y luego comenzó a reír de forma profusa, -Dagas?, acaso piensan que les bastara con eso para enfrentarse a nosotros?; miren hermanos, estos insectos piensan que podrán lastimarnos con esos diminutos puñales- sostuvo este mientras continuaba riéndose, generando también las carcajadas de quienes lo acompañaban.

 

 

-Es hora de que vean realmente a que se enfrentan mortales insignificantes- grito mientras círculos oscuros se abrían debajo de estas cuatro figuras liberando unas extrañas Armaduras de colores ocres que los cubrían incrementando aún más su tamaño y que se desplegaban en torno a sus cuerpos enormes conformando verdaderas corazas impenetrables; -Nosotros somos los Daimons Guardianes al servicio del Dios Primordial de las Montañas, el gran Ourea; yo soy Slavik de Nisa y mis hermanos son Artyom de Oreo, Zhoras de Parnes y Lyonia de Helicon, aunque a partir de hoy tal vez nos conozcan como los primeros en acabar con la vida de dos alimañas del Santuario- exclamó este mientras Zarek y Zephyr desataban el poder de sus Cajas de Pandora y envestian sus cuerpos con las Armaduras de Orión y Corona Boreal. -Acaso nos estas subestimando maldito gigante?- grito Bóreas al notar que sus enemigos siquiera estaban prestandole atención y que se enfocaban solo en los Caballeros que se encontraban detrás de él; -Me estas subestimando y yo detesto que me subestimen- exclamó con todas sus fuerzas mientras se lanzaba hacia su enemigo desenfundando una de sus dagas y precipitándose con vehemencia contra el colosal cuerpo de Slavik de Nisa, quien prácticamente no tuvo dificultad alguna para sujetarlo de su cuello con una fuerza tal que parecío destrozar cada uno de sus huesos. Aún con evidentes signos de un profundo dolor en su rostro, el osado joven parecía estar intentando murmurarle algo a quien estaba a punto de ejecutarlo; -Con que quieres decir tus últimas palabras estúpido insecto?, dijo Slavik de Nisa cediendo un poco la presión para que las palabras de Bóreas fueron algo más entendibles. -Tu Armadura…- dijo el joven intentando hilar sus palabras mientras recuperaba el aire, -Que demonios sucede con mi increíble Armadura parásito?- devolvió Slavik a las palabras de Bóreas, -Tu Armadura tiene un punto débil cretino…- sostuvo finalmente mientras enterraba toda la extensión de su daga entre dos placas de las vestiduras del Daimon Guardián que se encontraban mínimamente separadas en la zona de su cuello. Slavik soltó inmediatamente a Bóreas para intentar remover el puñal del interior de su cuerpo solo para notar que el joven lo había girado levemente al hundirlo en su cuerpo trabandolo así con los segmentos de la Armadura de Nisa. -Que hicisteestúpidoo?, como demonios fuiste capaz de esto- gritó con desesperación el Daimon mientras Bóreas sonreía, -En el preciso momento en que portaste tu Armadura vi ese punto en el que tu inexpugnable Armadura desprotegía tu cuerpo, solo tuve que acercarme, tu soberbia hizo el resto del trabajo...ahora hermana!!!- gritó el joven mientras Therys se elevaba detrás de él para impactar la daga con un golpe de su pierna y hundirla aún más en el cuerpo del gigantesco Daimon, quien cayó sobre la superficie desplomándose por completo. Therys se volteó entonces mirando a los pasmados Caballeros de Plata y Bronce con una mueca de satisfacción, -Muy bien Caballeros, ya saben algo de estas bestias, definitivamente debajo de esas corazas solo son hombres como ustedes- expresó la joven mientras uno de los Daimons Guardianes que aún se encontraban en pie se acercaba al cuerpo estático de Slavik de Nisa, -Malditos, mataron a mi hermano- gritó Lyonia de Helicon mientras comenzaba a golpear el piso con uno de sus puños; -Matarlo?, el no esta muerto, esto es pura anatomía gigante ignorante, el solo esta paralizado; la daga está atravesando su arteria carótida y en este momento está cortando el flujo de sangre hacia su cerebro; pero si quieres puedes retirarla de ahí, seguramente tu hermano te lo agradecerá- dijo Bóreas invitando a su enemigo a remover el puñal que había enterrado en el cuerpo de Slavik de Nisa, acción que Lyonia llevó a cabo inmediatamente solo para encontrarse con la terrible sorpresa de ver a su hermano desangrarse precisamente en sus brazos. -Voilá Daimon, acabas de asesinar a tu hermano, que sientes?, la daga estaba paralizandolo pero también estaba impidiendo que se desangre ya que tapaba su herida, al retirarla, solo liberaste lo único que lo mantenía con vida. Definitivamente ustedes son realmente estúpidos-. El Daimon Guardián de Helicón se puso de pie mientras le ordenaba a los dos restantes que retiraran el cuerpo desfalleciente de Slavik y lo colocaran fuera del campo de batalla; comenzó a golpear sus puños fuertemente desatando una onda expansiva que obligaba a los Caballeros y a los jóvenes mercenarios a sujetarse de lo que pudiesen para no verse arrastrados por esta, y luego, una descomunal cantidad de energía pareció surgir de Lyonia tomando la forma de la montaña a la que representaba su Armadura para precipitarse luego como una avalancha carmesí sobre sus enemigos, quienes no consiguieron evitar que cada uno de estos fragmentos impactaran contra sus cuerpos lastimandolos seriamente. Therys intentó moverse unos centímetros para alcanzar a su hermano, pero al hacerlo noto como este yacía inconsciente tendido sobre un charco de sangre y rápidamente se tendió sobre él al percatarse de que el Daimon estaba preparándose para desencadenar nuevamente su letal ataque, levantando su mirada hacia los Caballeros que comenzaban a reincorporarse con sus Armaduras seriamente dañadas, -Si van a ayudarnos, este es el momento Zarek- expresó la Amazona dirigiéndose al Caballero de Plata mientras este se preparaba para desatar su Orion Devastador contra su enemigo, el cual impacto sobre el cuerpo de este deteniendolo y postergando su ataque, dandole la oportunidad a Zephyr de Corona Boreal de ayudar a Therys y Boreas llevándolos a un lugar seguro. La batalla contra los Daimons Guardianes ahora se presentaba cuanto menos, muy lejana a lo ideal; la inferioridad numérica y el obvio poder que estos poseían comenzaba a empujar a Zarek a evaluar que la posibilidad de una derrota era real y casi inevitable; su ataque solo había conseguido retrasar lo inevitable, y a pesar de tratarse de una de sus técnicas más poderosas, solo había conseguido marcar la inexpugnable Armadura de Hélicon.

 

 

Con Bóreas y Therys a salvo, Zephyr se unió a su hermano en la batalla manifestando toda la capacidad de su Círculo de Hielo para intentar de esa manera retener y limitar los movimientos de Lyonia y propiciar así una nueva ofensiva de su hermano, pero en ese preciso momento, una descomunal energía de gran oscuridad colmo completamente el lugar y una nueva figura se hizo presente, una entidad de un poder de mayor magnitud que los Daimons Guardianes ataviada en una Armadura completamente negra con trazos de tonalidades carmesís y cuatro pares de brazos que parecían emerger desde la parte trasera de este manto. Este nuevo enemigo que acaecía en el campo de batalla se acercó a Lyonia, quien denotaba un profundo temor al verlo así como también sus hermanos, quienes comenzaron a murmurar entre sí mostrando gran nerviosismo. Este nuevo ser al servicio de los Dioses Primordiales se acercó al Daimon Guardián y con solo tocarlo hizo que este se retorciera de la agonía y cayera de rodillas al piso, -Estúpidos, tenían una sola y sencilla misión, sin embargo están aquí, perdiendo su tiempo con estos insectos y solo para agravar la situación, uno de los suyos ha sido gravemente herido. Acaso están bromeando o sus diminutos cerebros no tienen la capacidad de procesar las consecuencias que podrían sufrir si no cumplen su cometido?- preguntó esta entidad oscura mientras Lyonia se aferraba a su pierna rogando piedad, -Perdón señor Maximus de Arges, no teníamos la intención de decepcionarlos, solo creímos que los Dioses estarían felices de que los asesinaramos- imploro el Daimon Guardián mientras Maximus lo tomaba de los ornamentos de su yelmo y levantaba su rostro para que lo mirara a los ojos, -Creyeron?, su trabajo no es creer, su trabajo es hacer, y no están haciendo lo que nuestro Dios les encomendó; sabes muy bien que el castigo por eso es la muerte y yo estaría encantado de convertirme en el verdugo de un grupo de inutiles como ustedes. Ahora vayan y acaben con la vida de esos mortales infelices que se están reuniendo en Amalienborg, tenemos que desatar la guerra entre los mortales- exclamó el Daimon de Arges mientras Lyonia de Helicón y el resto se volteaban para dirigirse finalmente al palacio donde el concilio se estaba llevando a cabo. -Quien demonios eres tú?- grito Zephyr de Corona Boreal mientras Zarek de Orión se disponía a dirigirse tras los Daimons Guardianes para evitar que cumplieran con éxito su terrible misión. -Yo soy Maximus, Daimon Oscuro de Arges, sirviente del Dios Primordial que ha iniciado todo esto que ustedes pueden contemplar y miembro del linaje más alto entre los Daimons; y tu Caballero, tu no iras a ningún lugar- expresó Maximus mientras observaba al Caballero de Plata a punto de pasar a su lado, tomándolo con sus manos y liberando sobre su cuerpo una cantidad descomunal de oscuridad que destrozó completamente la Armadura de Orión y lo lanzó nuevamente hacia los pies de Zephyr; -Ustedes no son nada al compararlos con nosotros; sus Armaduras son tan jóvenes como ustedes mientras que nosotros somos entidades ancestrales que solo han estado aletargadas esperando el momento preciso para resurgir. Pronto este mundo se sumirá completamente en la oscuridad, pronto serán testigos de cómo la humanidad a la que juraron proteger se volverá contra ustedes y llegado el momento, la sangre de todos los seres humanos estará en sus manos y entonces, reinaremos- exclamó este con serenidad mientras orbes de sombras comenzaban a surgir en las palmas de sus manos y en las de cada uno de los apéndices que conformaban la parte trasera de su Armadura; -Esta Ars Abiectus tal como la del resto de los Daimons Oscuros esta inspirada en los Hecatonquiros que fueron utilizados vilmente por Zeus para destruir a los Titanes y luego relegados nuevamente al Tártaro; es hora de que sientan en sus frágiles cuerpos mortales toda la agonía que sintieron Cronos y los suyos ante nuestro poder. Reciban el poder del Tenebris Exilium- clamó mientras todos los orbes oscuros se fundían en uno solo y se dirigían hacia las indefensas fisonomías de los Caballeros de Athena. Zephyr se agacho, rodeo con sus brazos a su inconsciente hermano mientras intentaba levantar frente a ellos un muro de cristales de hielo que se desvanecía ante la magnitud de energía liberada por el Daimon y cerró sus ojos solo esperando el impacto del ataque que les traería la muerte; en su mente comenzaron a sucederse imágenes de su infancia junto a Zarek, su entrenamiento en el Santuario y la emoción que ambos habían sentido al obtener sus respectivas Armaduras, el preámbulo para lo que se convertiría en el final de ambos. Al cabo de unos segundos pudo sentir que algo había cambiado en el ambiente, estaba seguro de que ya tendrían que haber muerto y sin embargo, permanecían allí con vida; abrió sus ojos lentamente y pudo ver a su hermano mirando hacia delante con una sonrisa dibujada en su rostro y al levantar su mirada, la sorpresa fue enorme al ver a Therys y Boreas conteniendo el ataque del Daimon Oscuro prácticamente sin inmutarse. La joven se mostraba imponente alzando su mano derecha mientras que a su lado, su hermano hacía lo mismo con su mano izquierda, como si uno fuese la extensión del cuerpo del otro, como si ambos fuesen un solo ser. Zarek levantó su cabeza y murmuró unas palabras a su hermano, -Zephyr, los encontramos, siempre fueron ellos- y entonces el Caballero de Bronce comprendió que Bóreas y Therys eran los Ascendientes por los que habián ido a Copenhague. El Tenebris Exilium del Daimon Oscuro cesó finalmente y entre la destrucción, la figura de Maximus de Arges se alzaba con una mueca de satisfacción en su rostro, -Sabía que tarde o temprano se mostrarian Ascendientes, estaba comenzando a pensar que esto sería demasiado sencillo, aunque temo que su presencia no cambiará su inevitable destino- expresó mientras Therys se adelantaba unos pasos y su cuerpo comenzaba a ser envuelto por una inmensa energía de tonalidades doradas. -Puede que nuestra presencia no cambie el destino de este mundo, pero puedo asegurarte que ese es un futuro que tu no verás, ya tuviste la oportunidad de mostrarnos tu poder, ahora te mostraremos el nuestro. Hermano, es hora de hacer que las galaxias ardan…- exclamó la joven antes de que ambos citaran al unísono el nombre de la técnica más poderosa de la constelación bajo la cual habián nacido -Explosión de Galaxias-. Aún con el mayor porcentaje de sus poderes sellados por el Ouroboros, el tenue despertar de su conciencia que había acontecido durante la batalla contra los Daimons le había permitido a ambos generar una Explosión de Galaxias de magnitud suficiente como para lograr destrozar dos de los brazos de la Ars Abiectus de Arges y lastimar el rostro del Daimon que la portaba, un logro que ahora le demostraba al sirviente de los Dioses Primordiales que la amenaza que estaba surgiendo en el Santuario era de una envergadura mayor a la que habián estimado. -Muy bien Ascendientes, supongo que los subestimamos, pero puedo jurarles que este es un error que no volverá a repetirse; la próxima vez que nos encontremos, decoraré el suelo con la sangre de ambos- expresó Maximus de Arges para luego dirigirse hacia donde se encontraba el cuerpo inerte de Slavik de Nisa, sujetarlo e internarse nuevamente una columna de sombras que había surgido ante estos, la cual seguramente era su puente hacia el Inframundo.

 


-Hermano, debemos ir tras los Daimons Guardianes, si destruyen el Palacio de Amalienborg y a quienes se encuentran en su interior el mundo entero se sumira en una guerra catastrófica- exclamó Therys intentando adelantar sus pasos para entablar su camino hacia donde se encontraban sus próximos enemigos; pero aquella carrera frenética se detuvo al sentir la mano de su hermano posándose sobre su cuello y entonces, pudo sentir como todo su cuerpo se adormilaba y sus piernas se entumecian, llevando a que esta cayera sobre la superficie. Boreas se apresuró para sujetar a su hermana mientras esta caía y apoyó su cuerpo suavemente sobre el suelo mientras con una de sus manos invitaba a Zephyr a acercarse; Therys estaba paralizada pero consciente, con todas sus capacidades cognitivas al máximo e intentando comprender porque Boreas había hecho algo semejante, porque la había detenido; pero entonces su hermano reveló una amarga verdad -Hermana, juntos apenas pudimos herir a un Daimon, si nos enfrentamos contra tres de ellos simultáneamente nuestro único destino posible sería la muerte y esta humanidad nos necesita para protegerlos de lo que se avecina…- dijo Boreas mientras su hermana lo miraba con desconcierto; -Pero hermano, debemos detenerlos, si no lo hacemos entonces esta situación solo empeorará- sostuvo Therys en el momento en el que su hermano comenzaba a esbozar una pequeña sonrisa y sus ojos se llenaban de lágrimas, -El mundo nos necesita Therys, pero no nos necesita a ambos; tu siempre me has cuidado, siempre le has traído paz a mi alma y eso es precisamente lo que la humanidad necesitará cuando la oscuridad llegue; si uno de los dos merece portar la Armadura Dorada de Géminis, esa eres tu hermana- expresó Boreas mientras posaba una de sus manos en el hombro de Zephyr, quien también comenzaba a acongojarse intuyendo lo que estaba por suceder, -Amigo mío, yo me encargaré de detenerlos; solo te pido que me jures que cuidaras a mi hermana así como cuidaste a tu hermano; algún día ella entenderá el porqué de mi sacrificio- clamó el Ascendiente de Géminis mientras miraba a su hermana llorar desconsoladamente e implorarle que no lo hiciera. Boreas se puso de pie mientras Zephyr sostenía el rostro de Therys y se dispuso a emprender su camino hacia el Palacio de Amalienborg mientras el portal del Ouroboros comenzaba a abrirse. Zarek se puso de pie con las pocas fuerzas que le quedaban y corrió hacia Boreas sujetando al Ascendiente del brazo, -Boreas, no seas tonto, ven con nosotros al Santuario, pase lo que pase encontraremos otra solución, pero tu muerte no puede ser la única opción posible, me niego a creer algo semejante- grito el Caballero de Plata mientras el Ascendiente movía su brazo con violencia liberándose del agarre de Zarek, -Todos los seres humanos venimos a este mundo a morir Caballero, tu deberías saberlo mejor que nadie; demasiadas vidas se perderán si no hago esto y asi como tu te niegas a creer que mi sacrificio sea la única solución, yo me niego a vivir sabiendo que podría haber evitado todas esas muertes y no lo hice. Hasta siempre amigo mío- expresó por última vez Bóreas para luego perderse entre las personas que recorrían la zona central de Copenhague. Solo pasaron algunos minutos para que las primeras explosiones comenzaran a oírse y las columnas de humo y fuego iniciaran su ascenso hacia el cielo; el Ascendiente de Géminis había sido lo suficientemente listo como para iniciar la destrucción lejos del Palacio de Amalienborg, propiciando de esa manera la evacuación de todo el lugar y ahora se estaba enfrentado contra los Daimons Guardianes por su propia cuenta. Zephyr tomo a Therys en sus brazos y la levantó del suelo mientras esta continuaba negándose a ser testigo de lo que estaba sucediendo más adelante. En ese preciso momento, Zarek de Orion pudo percibir un poder que le resultaba extraño manifestándose y levantado su mirada hacia el firmamento pudo contemplar como una estela oscura se avecinaba a gran velocidad desde el sur para descender precisamente en el lugar donde la contienda se estaba desarrollando y luego, una cantidad abrumadora de energía proveniente de la batalla sobrevino al momento en el que las presencias del Ascendiente y los Daimons Guardianes parecieron desaparecer completamente. Therys rompió en llanto ante lo que parecía la inevitable muerte de su hermano y solo pudo gritar con desesperación mientras se internaba junto a los Caballeros de Plata y Bronce en el portal que los conduciría hacia el Santuario. Las perspectivas comenzaban ahora a resultar más claras, las intenciones de los Dioses Primordiales ahora resultaban obvias y nuevos enemigos resurgian para afrontar a las fuerzas del Santuario de Athena. La Armadura Dorada de Géminis ya había encontrado a su portadora y su primer sacrificio; los Ascendientes se acercaban al momento de su reunión definitiva y la Guerra Santa contra los Dioses Primordiales se convertía ahora en una realidad tan absoluta como definitiva. La hora de los grandes sufrimientos pronto llegaría.

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