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SAINT SEIYA-SAGA GENESÍS                                                                                                                                                                                                                                                        Arco l-Prólogo

-La disciplina representa la segunda creación. Es la ejecución, el hacer

que ocurra algo, el sacrificio que supone hacer lo que haga falta para cumplir esa misión-

Stephen Covey

 

 

Sacrificios-Cápitulo l

-De esto nos hablabas Artemisa?, pero qué relación tiene este recuerdo con lo que está sucediendo?, todos aquí conocemos perfectamente el mito de los Ascendientes, los angeles de Zeus que se convirtieron en los Caballeros Dorados originales; es la primer historia que nuestros maestros nos relatan, pero sin embargo, ellos ya han muerto, ya no están aquí y sus enseñanzas han sido transferidas a través de las generaciones, no tiene sentido que nos muestres algo que ya sabemos- expresó rápidamente el Caballero de Unicornio cuando fue intempestivamente interrumpido por su líder; -Lo que nazca con ellos debe morir con ellos- reflexionó el Patriarca; el Caballero de Unicornio volteó su cabeza mirándolo y notando al instante que su jerarca había comprendido algo que había escapado a su entendimiento, -Lo que nazca con ellos debe morir con ellos- repitió el Patriarca ahora con un tono de voz más elevado, -Eso dijo Zeus; el poder de los Caballeros Dorados debía comenzar y acabar en ellos pero sin embargo se extendió hasta el presente; las enseñanzas que nunca debían ser transferidas lo fueron y la esencia de estos fue perpetuada a pesar de su negativa; esa es la clave de las que nos hablabas Artemisa- expresó este con plena seguridad mientras la Diosa de la Luna asentía nuevamente con su cabeza; -Los Ascendientes, como ustedes los llaman, los originales, libraron sendas y devastadoras Guerras Santas contra los Dioses del Mar y el Inframundo y en ambas, literalmente devastaron a las legiones que se oponían a su Diosa y amenazaban a la humanidad; con el paso del tiempo y su convivencia constante con los mortales, el hecho de estar dispuestos a entregar su vida por ellos y los sacrificios que habían presenciado acabaron despojandolos completamente de su carácter celestial y comenzaron a cuestionar y objetar las decisiones y los planes de Zeus; hecho que solo fue profundizado cuando el Dios decidió que quien había heredado la Armadura Dorada de Ofiuco debía morir y que se torno irremediable cuando esté manipuló a Athena para que les ordenase que ellos llevasen a cabo su asesinato- Artemisa continuaba con su relato mientras sus oyentes comenzaban a entender que estaban siendo testigos de una historia que había sido borrada del lustro del Santuario. -Fue entonces que los Ascendientes comprendieron que no eran más que piezas de ajedrez en un juego macabro que había sido dominado por Zeus desde el principio; no habián estado defendiendo a la humanidad, siquiera a Athena, su propósito, sus ideales, todo aquello que los definía no era más que una orquestada mentira, todo ese tiempo no habián sido más que un escudo que aseguraba que ninguna amenaza llegará a quien los había puesto en el Santuario- exclamó Artemisa con un evidente tono de vergüenza en sus palabras; -Entonces sucedió finalmente, se revelaron ante Zeus, se revelaron al único dogma que les había sido impuesto aún sabiendo que eso desataría el más impiadoso castigo divino y lo hicieron sin considerar las consecuencias siquiera un segundo; lo hicieron para proteger y resguardar a la humanidad, lo hicieron por el amor que sentían hacia su Diosa-. El Patriarca del Santuario se adelantó a las palabras de la Diosa de la Luna interrumpiendola, desbordado por el orgullo que le generaba escuchar el gesto desconsiderado de sus antecesores y pudiendo vislumbrar por primera vez desde la caída del sello de Athena una luz, aunque mínima, de esperanza, -Conozco ese fragmento Artemisa, mi raza, los Lemurianos, tuvieron el honor de presenciar como los Ascendientes les transferián sus enseñanzas a los mortales, incluso uno de nosotros fue escogido para formar parte de esa nueva Orden que tomaría el lugar de estos en la defensa del Santuario, quien fue mi maestro realmente se colmaba de emoción al rememorar este suceso que marcó a la humanidad; pero desconocía que los primeros Caballeros Dorados hubiesen tenido que pagar un precio tan alto por esto- remarcó el Patriarca; -Así es, mi padre comprendió que estos seres que tantas satisfacciones le habián traído al derrotar a sus hermanos se habián convertido finalmente en una amenaza; por separado continuaban siendo inferiores a él, pero unidos podían desatar la devastación del Olimpo y finalmente se aferró fuertemente a la perfecta excusa de haber sido testigo de cómo estos proferían todos sus secretos a la humanidad y ante la inacción y pasividad de Athena, sello sus poderes y sus conciencias para que estos nunca pudiesen recordar quienes eran y cual era el verdadero alcance de sus capacidades, los despojó de su historia, de su verdadero ser, les arrebató absolutamente todo-. Ichi de Hydra comenzó a reír ante el desconcierto de todos los que allí se encontraban sin comprender qué era lo que causaba tanta algarabía en un relato tan dramático, -Estúpido Zeus, no importa lo que haya hecho, los Ascendientes ya habián conformado una nueva Orden de Caballeros Dorados, tanto esfuerzo en vano- continuó exclamando entre carcajadas; -Te estas adelantando a los hechos y además, tu irreverencia me repugna- expresó Artemisa deteniendo de golpe la jocosidad del Caballero de Bronce quien no pudo hacer más que retroceder avergonzado y sintiéndose en ridículo. -Zeus no es estúpido, permitió que Athena conservara a su nueva Orden para que esta no se volviera en su contra, pero lo hizo solo porque sabía que los sucesores de los Ascendientes poseían sólo una fracción del poder de estos y que estaban obligados a alcanzar el Octavo Sentido para hacer lo que sus antecesores podían realizar naturalmente. Sus cuerpos mortales no podían soportar efectivamente el poder que los Ascendientes poseían por ser seres celestiales y estos se habían visto obligados a alterar la esencia de sus capacidades para poder transmitirlas; la pureza, la majestuosidad, la supremacía de los Ascendientes se había perdido para siempre y lo que quedaba era tan solo una sombra de la fuerza de estos- pronunció Artemisa.

 

 

-Una bella historia sin duda alguna Artemisa, realmente muy noble,, pero continuó sin comprender cómo un puñado de Caballeros que desaparecieron en el tiempo y que además ya no poseen poder alguno pueden ampararnos ahora; si lo que buscas es tan solo retrasarnos permiteme felicitarte, has cumplido con tu cometido, pero yo ya no puedo continuar desperdiciando mi tiempo contigo- clamó el Caballero de Bronce de Unicornio para luego volverse y dirigirse a la salida del salón del Patriarca. -Detente ahora mismo Jabu- exclamó el Patriarca deteniendo el paso de su Caballero y amigo, -Tienes que comprender que aunque todavía no podamos entenderlo, en las palabras de Artemisa esta la clave de la salvación de la humanidad, ignorarla sólo sería condenarnos a nosotros mismos y a aquellos a quienes juramos proteger-; Jabu se volteo mirando sobre su hombro y con un notable descontento al Patriarca; -Llevamos demasiado tiempo aquí y hasta ahora solo sabemos que Zeus condenó a los Ascendientes, ellos...- murmuraba exasperado el Caballero de Bronce, -Ellos continúan entre ustedes, sus descendientes, los que llevan su sangre y la esencia de los Ascendientes en su interior han estado presente en cada era desde su condena- manifestó Artemisa desatando conmoción en aquel recinto del Santuario. -Zeus selló su poder y sus conciencias, pero no pudo desposeerlos de aquello que les pertenecía y estas capacidades aún continúan latentes en lo más intrínseco de aquellos Ascendientes que se encuentran en el presente; la esencia que habita en ellos es la clave para derrotar a los Dioses Primordiales; solo ellos pueden acabar con el mal ancestral que hoy nos amenaza a todos nosotros-. -Pero porque nos dices esto Artemisa?, porque nos revelas un secreto de tal magnitud cuando fue tu propio padre quien los castigo; acaso crees que no irán tras él si es que consiguen destruir a los Dioses Primordiales?- exclamó dubitativo el Patriarca; -Un enemigo a la vez joven mortal; mi padre sabe muy bien que con esto puede estar sentando las bases de su futura destrucción pero aún así, fue el mismo quien me envió a reunirme con ustedes-. Los Caballeros se sobresaltaron notablemente al escuchar esto y la Diosa de la Luna pudo notarlo, quizás eran demasiadas sorpresas para estos jóvenes en un lapso tan corto de tiempo, un nuevo enemigo que se alzaba desde el Inframundo, comprender que los descendientes de aquellos que habián sido el origen de la más sublime Orden de Caballeros del Santuario aún moraban entre los mortales y finalmente saber que Zeus había retornado nuevamente a ocupar su trono en el Olimpo no hacia mas que evidenciar que la celeridad de los hechos los estaba sobrepasando y que la obviedad de que todo un nuevo escenario se hubiese estado erigiendo sin que ellos siquiera lo notaran los excedía absolutamente. -Pero como encontraremos a los Ascendientes si siquiera sabíamos que aún existían seres con sus capacidades?, buscarlos a través de todo este ancho mundo nos acarrearía un esfuerzo inestimable, y no tenemos ni el tiempo ni los Caballeros necesarios para emprender semejante búsqueda- dijo sobresaltado el Patriarca mientras Artemisa hundía una de sus manos entre sus ropajes para luego sacar un medallón dorado y exponerlo frente a quienes se encontraban frente a ella; -Este es el Ouroboros, el símbolo ancestral que representa el ciclo, el esfuerzo y la lucha eterna y el único medio con el poder necesario para sellar a los Ascendientes; esto fue lo que utilizó Zeus para condenarlos y a su vez, es también la llave para liberarlos de su castigo. Pero aún no se alegren, pues mi padre tomó todos los recaudos necesarios para conseguir que nadie pudiese tener acceso a ellos y sólo el sacrificio de sangre de quien comparta la esencia de un Ascendiente puede desatar por completo el poder del Ouroboros; un Caballero Dorado debe morir para que el Ouroboros les entregué la llave de una nueva era- clamó mirando fijamente al Patriarca mientras todos se volteaban a observarlo sin comprender lo que estaba sucediendo. -Entonces estamos perdidos, todos los Caballeros Dorados han perecido ante el Muro de los Lamentos del Inframundo- murmuró la Amazona de Aguila; -No todos los Caballeros Dorados han muerto, o me equivoco Patriarca?, o quizas deberia decirte Caballero Dorado de Aries, que prefieres?- dijo en tono irónico Artemisa mientras el Patriarca agachaba su cabeza en señal de humillación. -Cuando las Armaduras Doradas retornaron desde el Inframundo, fuiste el único que fue escogido por una de ellas para convertirte en su portador, pero elegiste ignorar el último regalo de tu maestro, el hedor a miedo que emana desde ti es repugnante Kiki; acaso sentiste temor de sufrir el mismo destino de aquel a quien llamaban Mu de Aries?, acaso preferiste esconderte tras la máscara del Patriarca para ocultar tu vergüenza?. Traicionaste a tu Diosa, al Santuario y a tus amigos y no solo no escogiste exiliarte, sino que aceptaste cuando te propusieron convertirte en su líder- exclamó la Diosa de la Luna mientras la Amazona de Ofiuco se abalanzaba sobre la humanidad del Patriarca, sujetándolo del cuello y llevando su dedo índice directamente a su corazón, -Debería matarte ahora mismo maldito traidor, tú podrías haber cambiado las cosas, podría ser otra nuestra suerte ahora si no hubieras despreciado lo que eras, eres una verguenza para el Santuario- gritaba vehementemente Shaina mientras los ojos del Patriarca se llenaban de lágrimas de congoja. -Detente Amazona, aunque desees con todas tus fuerzas tomar su vida, creo que le debes una oportunidad de que expíe todos sus pecados; y tu Kiki, aún puedes hacer algo para reescribir tu destino y las historias que se narraran sobre ti en el futuro si es que la humanidad consigue sobrevivir; solo debes entregarle tu vida y cada gota de tu sangre al Ouroboros y él les mostrará a tus camaradas el camino hacia los Ascendientes; estas dispuesto a realizar ese sacrificio o continuarás siendo un despreciable cobarde?- exclamó Artemisa mientras la Amazona soltaba al Patriarca y este comenzaba a dirigirse a la Diosa de la Luna con la estirpe de aquel que  sabe que cada paso que da lo acerca más a su muerte, para luego extender su mano y tomar el Ouroboros de la mano de Artemisa.


 

-Lo que deba ser, será, si es necesario entregar mi vida para asegurar la supervivencia de la humanidad, entonces lo haré, ya he causado demasiado daño y he insultado la memoria de mi maestro al despreciar la Armadura de Aries y a Athena al creer que era digno de convertirme en el Patriarca de su Santuario, tan solo deseaba que mi vida no fuese una batalla constante, solo deseaba traer algo de paz al mundo evitando conflictos que pendían como espadas sobre mi sien sin que lo notase. Equivoque mi camino y me convertí en todo aquello que los Lemurianos, mi raza, odiaban; perdonenme amigos míos, y rueguenle a Athena que también lo haga- pudo oírse desde la boca del Patriarca mientras hendía en sus venas la misma daga con la que una vez se había intentado dar muerte a la Diosa de la Justicia y su sangre comenzaba a emanar como un manantial carmesí desde su interior cubriendo por completo al Ouroboros. -Amigo mío…- dijo con una voz quebradiza la Amazona de Aguila mientras se apresuraba por ir a sostenerlo mientras esté lentamente comenzaba a debilitarse y a caer sobre sus rodillas ya sin fuerza alguna en su cuerpo y con su piel comenzando a tomar una tonalidad pálida debido a su profuso sangramiento. -Qué sucederá ahora Artemisa?, qué encontraremos cuando demos con ellos?, a un puñado de ancianos?, porque si es asi yo misma me encargaré de borrar esa sonrisa burlona de tu rostro- profirió Shaina mientras la Diosa de la Luna levantaba su mirada del Patriarca y la clavaba en ella; Artemisa, levantándose desde el sitial en el que había estado reposando durante todo su relato y señalando el sanguinolento Ouroboros con su dedo índice exclamó -Ancianos?, los Ascendientes originales continuaron con su vida como mortales luego de que Zeus los sentenciara; amaron, procrearon, tuvieron descendencia y murieron como todo mortal. El Ouroboros los llevará a los hijos de los hijos de los Ascendientes, a quienes perpetuaron el linaje de sangre de estos- continuaba Artemisa revelando finalmente la última pieza de aquel ancestral rompecabezas, -Encontrarán a jóvenes como ustedes que desconocen quienes son y que son capaces de realizar y solo el Ouroboros podrá liberar sus poderes cuando hayan reunido a todos ellos en torno a él. El los llevará hacia el primer Ascendiente que fue sellado por Zeus, una vez lo hayan traído hasta aquí, una gota de su sangre les revelará el camino hacia el segundo y así deberán continuar hasta que los doce Ascendientes esten juntos nuevamente-. Artemisa se volteó y comenzó a dirigirse apaciblemente hacia uno de los ventanales del salón del Patriarca mientras esté se acercaba cada vez más a los umbrales de la muerte y a su último suspiro de vida, la Diosa de la Luna comenzó a desvanecerse transformando su cuerpo en diminutas partículas plateadas que eran llevadas por la brisa ateniense hacia la inmensidad del cielo cuando su voz volvió a resonar como un eco en todo aquel recinto; -Olvidé mencionarles un ínfimo detalle- exclamó nuevamente la Diosa de la Luna estremeciendo a todos los presentes, -Zeus sello parte de las conciencias de todos los Ascendientes, excepto la de uno. Mi padre decidió castigar con una severidad especial a quien había comenzado a cuestionarlo obligándolo a presenciar la muerte de todos sus seres amados sabiendo que en su interior poseía el poder para evitarlas y eso acabó convirtiéndose en el más desolador tormento para este Ascendiente y para quienes fueron engendrados por el. La Guerra Santa contra el Dios del Inframundo lo obligó a tomar decisiones motivadas por la desesperación y su esencia, aunque igual de majestuosa y  poderosa, ha cambiado su naturaleza. Cuando lo encuentren podrán notarlo fácilmente y probablemente contemplen como a un enemigo a quien será uno de sus aliados más poderosos- reflexiono Artemisa haciendo luego un pequeño silencio que solo aumentaba la tensión que ahora reinaba en el aire, -Tan solo permítanme aconsejarles que no observen con sus ojos, empleen su cosmos para atestiguar y percibir cada detalle que acontezca mientras esten frente a este heredero Ascendiente y así, podrán notar que a su lado se esconde lo que será para ustedes una grata y agradable sorpresa- expresó Artemisa antes de acabar de desaparecer definitivamente y hundir a todo aquel recinto en un sepulcral silencio. -Pero…, a qué diablos te refieres Artemisa?, a qué Ascendiente te refieres?, ya basta de acertijos por favor- imploró la Amazona de Aguila hacia la nada mientras sostenía el cuerpo moribundo del Patriarca y sus manos comenzaban a empaparse con la sangre de éste; por un momento el silencio prosiguió y solo podía escucharse la débil respiración de quien estaba entregándole su vida al Ouroboros y mientras el mitológico símbolo comenzaba a oscilar elevándose en el aire y girando sobre sí mismo y un portal se abría ante ellos, nuevamente los Caballeros volvieron a escuchar la voz de la Diosa de la Luna -No existe oscuridad más profunda que aquella que nace de la luz; el mal existe, mas no sin el bien, la oscuridad existe, mas no sin la luz- expresó Artemisa por última vez en el preciso momento en el que aquel portal revelaba detrás de sí un paisaje nevado y montañoso con un pequeño conglomerado de templos encabezados por una construcción mayor que los contemplaba desde la cima de una de sus colinas. -Es imposible…- remarcó el Caballero de Bronce de Unicornio -Esos son el Palacio de Potala, el Monasterio de Norbulingka y el Templo de Jokhang, lo se porque Shaka me habló de ellos como tres de los lugares más sagrados en el mundo; eso es…- continuó relatando Jabu con una evidente emoción, -El Tibet- replicó la Amazona de Ofiuco completando la frase de su camarada -Creo que estamos a punto de conocer al Ascendiente de Virgo- continuo mientras Marin se incorporaba ahora con el exánime cuerpo del Patriarca en sus brazos y comenzaba a dirigirse hacia el portal. Jabu se adelantó interponiéndose en su camino mientras esta continuaba adelantando sus pasos sin quitar su mirada del rostro ya sin vida de quien había sido su amigo, -Muevete Jabu- exclamó sin siquiera mirarlo, -Te lo imploro. No me importa que Ascendiente esté del otro lado, te juro que lo traeré al Santuario, pero hasta esas tierras se extendió Lemuria una vez y creo que ante su sacrificio, Kiki merece al menos ser sepultado en el zenit de sus antepasados- rogo la Amazona mientras el Caballero hacía caso a su súplica y se desplazaba liberando su camino, prestandose a contemplar como esta y el cuerpo de quien había sido su Patriarca se perdían a través del portal. Los Caballeros se miraron en silencio, no fue necesario que ninguno dijese una mera palabra, que ninguno realizará ningún gesto, solo con observarse entendieron que nada volvería a ser igual, que sea lo que fuere que aconteciera a partir de ese momento cambiaría el destino de sus vidas, de la humanidad y del Santuario. Pronto los herederos de los Ascendientes volverían a tomar el lugar de sus antepasados como Caballeros Dorados. Pronto comenzaría el Génesis de los Dioses Primordiales.

 

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