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SAINT SEIYA-SAGA GENESÍS                                                                                                                                                                                                                                            Arco l-Ascendientes

                                                                                  -Tiene algo de pertubardor evocar un recuerdo calido

y que este solo pueda dejarte completamente frío-

Gillian Flynn

 

Posesión-Capitulo V

El salón principal del Patriarca se encontraba sumido en un profundo silencio cuando los Caballeros de Plata y Bronce retornaron con la joven Ascendiente de Géminis, todos habían sido testigos silenciosos del sacrificio de Bóreas y ante una pérdida de tal magnitud resultaba inverosímil que alguien se atreviera a mencionar la palabra necesaria para romper el hielo y retornar a la causa que los estaba reuniendo allí. Zarek de Orión poso a Therys sobre la superficie y esta cayó rendida sobre sus rodillas mientras llevaba ambas manos a su rostro intentando esconder sus lágrimas de dolor; Asmodeus se acercó a ella y luego de arrodillarse delante la rodeó con sus brazos y posó su rostro sobre su hombro mientras Sheratan se dirigía a intentar animar a los Caballeros que se encontraban igualmente impactados ante lo que había acontecido, -Porque tenía que sucederle esto a mi hermano?- preguntó Therys intentando que el Ascendiente de Cáncer le regalara una respuesta que calmase su profundo dolor y la aliviase, -Tu hermano cometió el primer acto de gran nobleza y valentía que veremos durante la guerra que se avecina, pero ahora debemos seguir, por el y para justificar su sacrificio, no podemos permitir que su muerte sea en vano, le debemos a su memoria encontrar al resto de los Ascendientes y destruir a quienes lo asesinaron- exclamó Asmodeus mientras comenzaba a ponerse de pie sosteniendo la mano de Therys y la ayudaba a levantarse. Zarek de Orión interrumpió toda aquella congoja inquiriendo al Ascendiente de Aries acerca de lo último que había contemplado sobre el cielo de Copenhague, -Sheratan, antes de ingresar al portal del Ouroboros pude percibir una poder muy diferente al de los Daimons que enfrentamos y luego vi una estela de sombras atravesar todo el firmamento hacia donde se encontraban Bóreas y los Daimons Guardianes, acaso sabes de que puede tratarse?- preguntó el Caballero de Orion mientras Sheratan miraba a Asmodeus y este asentía con su cabeza permitiéndole develar el origen de aquella misteriosa presencia, -Creeme que sentirlo interfiriendo en Copenhague fue tan inesperado para nosotros como para ustedes; aquella entidad que sentiste se trata de la misma de la que tu nos escuchaste hablar hace un momento Marin…-; ante estas palabras la Amazona de Aguila se abalanzó sobre Sheratan sorprendiendolo e interrumpiendo lo que este estaba relatando, -Muy bien, ya basta de secretos, ahora mismo nos dirán qué demonios está sucediendo aquí- gritó la Amazona mientras golpeaba sutilmente el pecho del Ascendiente; -Esa es mi intención Marín, pero te pido por favor que te tranquilices, tu actitud no me lo hace mas fácil- sostuvo Sheratan mientras acomodaba sus ropajes y tomaba valor para continuar con la revelación, -Eso que sentiste Zarek es un Ascendiente; tal vez sería demasiado precipitado catalogarlo como el de mayor poder entre nosotros pero sin lugar a dudas, su antepasado fue una de las cuatro piezas claves en la antigua conformación de Caballeros Dorados y fue quien motivó y llevó delante la rebelión contra Zeus, además de ser el primero en transferir sus enseñanzas a un mortal- comenzó a relatar Sheratan para luego pasarle la palabra a Asmodeus quien continuó sacando a la luz más detalles, -Zeus sintió más su traición que la del resto de los Ascendientes debido a que guardaba una estrecha relación con él, por eso mismo lo condenó sellando sus poderes pero manteniendo viva su conciencia, su entendimiento de saberse a sí mismo con la capacidad de salvar las vidas de aquellas personas a las que amaba y sin embargo, verlas morir en sus brazos sin poder hacer nada para evitarlo. Si yo mismo siento odio hacia Zeus ahora que comprendo que podría haber salvado la vida de mis padres, imagina lo que puede estar sintiendo un alma que ha sido obligada a convivir con eso generación tras generación- expresó el Ascendiente de Cáncer dirigiéndose al resto de los Caballeros; -Pero entonces, porque interfirió?, si consiguió arribar a Copenhague de la manera en que lo hizo y desatar el poder que pude percibir, eso significa que aún conserva una porción del poder de su antepasado- preguntó Shaina fiandose del relato que Zarek había hecho sobre la aparición de aquella estela oscura y la destrucción que había surgido después de esto, -No puedo decirte el porqué de su aparición ya que estábamos comenzando a dar por sentado que él no desearía participar en esta Guerra Santa, por lo que estamos tan desconcertados como tú. En cuanto a su poder, puedo decirte que lo posee, pero no se trata del poder de su antepasado, lo que puedo sentir esta cimentado y conformado enteramente por oscuridad, es una fuerza de una naturaleza muy diferente a la de su antecesor y nuestra principal preocupación es saber que pueda acontecer cuando la verdadera esencia de su constelación despierte y colisione con el poder que ahora habita en su cuerpo; lo que puedo asegurarles es que sea como sea, lo necesitamos tanto como al resto de los Ascendientes- dijo Asmodeus para dar por finalizado el relato y entregarle como acto siguiente la daga a Therys.

 

 

-Muy bien Therys, ahora deberás darle al Ouroboros el placer de probar una gota de tu dulce sangre- cito el Ascendiente de Cáncer despertando por primera vez en la joven algo que parecía una sonrisa; -Tus deseos son órdenes Asmodeus, lo que sea necesario para conseguir vengarse de esos bastardos cuanto antes- expresó Therys mientras llevaba a cabo el mismo acto que habían realizado quienes habían entregado su sangre al Ouroboros anteriormente; -Muy bien Caballeros, veamos quien sigue en esta lista tan elitista- dijo la Ascendiente de Géminis mientras el portal se abria revelando lo que parecía ser una enorme extensión de agua sin tierra alguna a la vista; -Amigos míos, supongo que uno de ustedes está a punto de empaparse, sin embargo, alguien debe hacerlo- expresó Sheratan mientras una mano desconocida se elevaba detrás de la figura de Jabu de Unicornio y todos se desconcertaron al girarse y notar que se trataba de uno de los aspirantes ascendidos más recientemente a Caballero de Bronce, -Muy bien, y quien eres tu valiente y escurridizo jovencito?- pregunto Asmodeus acercándose unos centímetros hacia el novato Caballero, -Mi nombre es Lykaios señor y soy el Caballero de Bronce de la constelación de Lince, realmente seria un honor poder llevar a cabo esta misión por ustedes- exclamó rogando que lo escogieran para ir en busca del siguiente Ascendiente. -Quien de ustedes ha entrado a este osado jovencito?- preguntó Therys observando a los Caballeros de mayor trayectoria que allí se encontraban mientras Marin levantaba su mano indicándole que había sido ella, -Entonces es tu decisión Amazona, realmente crees que esta preparado para atravesar el portal del Ouroboros?, nadie aqui puedo asegurar que encontrará del otro lado del umbral- inquirió nuevamente la Ascendiente de Géminis mientras la Amazona de Plata asentía aprobando la designación de Lykaios como el encargado de dar con el próximo eslabón de los Caballeros Dorados. -Excelente jovencito, que Athena te acompañe y te amparé en tu odisea- expresó Therys por última vez mientras acompañaba al Caballero de Bronce hacia el portal del Ouroboros y lo veía adentrarse en su interior. Al arribar a su objetivo Lykaios cayó en lo que parecía el océano y el frío penetrante de este helaba por completo su cuerpo, miraba hacia todas partes y no conseguía divisar ninguna porción de tierra que le indicará que de alguna manera podría encontrar allí presencia de seres humanos y por un momento se sintió a sí mismo sin fuerzas para continuar manteniéndose a flote; pensaba en quitarse la Caja de Pandora que llevaba sobre su espalda, pero a la vez se rehusaba a desprenderse de la Armadura que tanto trabajo le había costado conseguir y decidió que si moría, moriría aferrado a ella. Entonces pudo percibir un ruido ensordecedor y vio como frente a él se desplazaba una inmensa embarcación algo desvencijada y un salvavidas era lanzado hacia el envolviendo su cuerpo al momento en el que comenzaban a subirlo hacia la seguridad de aquel barco. Al estar sobre la cubierta principal, un joven de cabellos rubios y ojos tan celestes como el cielo se acercó a él y se apresuró a rodearlo con una manta para que este no sucumbiera ante la hipotermia que el agua helada y el álgido y despiadado clima de ese lugar podrían causarle, para luego levantarlo y conducirlo hacia el puente de la embarcación. Al entrar, Lykaios pudo sentir inmediatamente como el ambiente cambiaba y ahora el frío se veía desplazado en aquel cálido camarote. El joven que lo había cobijado lo sentó sobre una de las butacas y otra persona se acercó detrás de él proveyendole un brebaje caliente para que el joven Caballero se recuperara; -Muchacho, no se quien eres, pero si deseabas nadar creeme que elegiste el peor lugar posible para hacerlo- dijo el más joven de sus acompañantes bromeando mientras golpeaba su hombro; -Disculpenme, les agradezco su hospitalidad y su ayuda, pero podrían decirme quienes son y donde se supone que estoy? preguntó el Caballero de Bronce mientras quienes lo habían socorrido se miraban extrañados. -Mi nombre es Caelhus y el es mi hermano mayor, Ansgar- dijo el más joven de estos señalando al hombre que se encontraba detrás de Lykaios, -En estos momentos nos encontramos surcando las aguas del Océano Ártico y esta embarcación es conocida como el Hydor, nosotros nos dedicamos a salvaguardar la vida marina de este hermoso lugar y estábamos persiguiendo un barco pesquero de origen chino cuando te encontramos; creeme que tuviste muchisima suerte- sostuvo Caelhus mientras su hermano mayor tomaba unos binoculares y se dirigía hacia uno de los ventanales del puente para observar en busca de su objetivo y Caelhus se volteaba hacia el radar que comenzaba a emanar un fuerte pitido.

 

 

-Ansgar, puedes ver algo?, el radar ha localizado lo que parece ser una estructura flotante, pero temo que es demasiado grande para tratarse de la embarcación asiática- exclamó Caelhus mientras Ansgar comenzaba a retroceder algo temeroso y ahora, el sonar del Hydor iniciaba lo que también parecía ser una especie de alarma, -Que demonios sucede aquí?, el sonar detecta dos objetos desplazándose justo por debajo de nosotros en sentido norte, se dirigen precisamente hacia esa estructura; nunca jamás he visto algo parecido- grito Caelhus a su hermano mientras este se posicionaba detrás del timón con la intención de dirigirse en esa dirección. -Esperen un momento, que hacen?, debemos volver, ustedes no comprenden, un peligro de una magnitud increíble se está gestando y puede que lo que están detectando guarde relación con él- exclamó Lykaios removiendo la manta que lo cubría mientras se ponía de pie apresuradamente y sujetaba el brazo de Ansgar para intentar detenerlo. -Peligro?, mira muchacho, nosotros llevamos años haciendo esto, el océano ya no guarda sorpresas para nosotros, heredamos esto de nuestro padre y tenemos la obligación de seguir con su labor. Puede que sean criaturas marinas lo que fue captado por el sonar y que la estructura que ha captado el radar se trate de una nueva embarcación pesquera, en cualquier caso, debemos al menos acercarnos a investigar- señaló el mayor de los hermanos con gran determinación mientras Caelhus tomaba ahora los binoculares y se dirigía hacia la proa del Hydor seguido por Lykaios, quien nuevamente sintió que sus huesos se quebraban ante el impresionante frío del lugar. -Quedate tranquilo amigo, si vemos que nuestras vidas corren riesgos nos daremos la vuelta y regresaremos al puerto más cercano, no tienes de qué preocuparte- dijo Caelhus al Caballero de Bronce mientras este ladeaba su cabeza descreyendo de sus palabras. El Hydor se había desplazado durante algunas horas hacia aquella estructura pero el paisaje no parecía cambiar, todo lo que se extendía a los lados de la embarcación eran kilómetros de agua helada y solo por momentos, grandes témpanos de hielo parecían acompañar el viaje del barco. Caelhus alzó nuevamente los binoculares y pudo observar desde estribor como una columna de humo se alzaba en la distancia y volteandose señaló a su hermano mayor que emprendiera nuevo rumbo en esa dirección, -Es eso normal Caelhus?- señaló el Caballero de Bronce dándose cuenta de que su joven acompañante rompería su promesa; -Ciertamente no lo es Lykaios, supongo que te mentí- dijo Caelhus golpeando nuevamente el hombro de su acompañante mientras sonreía y la voz de Ansgar comenzaba a escucharse llamándolos desde detrás de la consola de mando de la embarcación. Ambos jóvenes volvieron a ingresar al puente de mando y el mayor de los hermanos los invitó a sentarse a ambos en el momento en el que servía tres tazas de humeante café negro. -Muy bien jovencito, ya he trazado rumbo hacia aquella humareda y por la distancia del radar estimo que aún nos queda aproximadamente una hora de viaje hasta que logremos arribar, por lo que tenemos tiempo de sobra para que nos cuentes quién eres y qué demonios hacías en este infierno helado?- preguntó Ansgar mientras Lykaios se acomodaba en su asiento y bebía un sorbo de café, -Supongo que debo contarles después de todo lo que han hecho por mí, yo soy un Caballero de Bronce perteneciente al Santuario de Athena. Lamento decirles que no conozco profundamente los detalles sobre el por qué debo encontrarlo, pero me enviaron a buscar a una persona a la que ellos llamaron Ascendiente y una vez que lo encuentre debo llevarlo nuevamente hacia el Santuario. Aparentemente el portal en el que ingresé me llevaría directamente a él, y aquí me he encontrado con ustedes, por lo que supongo que uno de ustedes debe ser esa persona- relataba con seriedad Lykaios cuando de repente los dos hermanos se miraron y estallaron en una profunda carcajada, se señalaban entre sí y luego llevaban sus ojos hacia el Caballero de Bronce quien estaba atónito ante esto. -Creo que el frío afectó tus neuronas muchacho, un portal?, el Santuario?, Ascendientes?, tienes una imaginación bastante creativa o estas delirando de fiebre, ninguno de nosotros es aquel al que buscas; iremos a averiguar que esta sucediendo y luego te llevaremos hacia el puerto de Pori para que te atiendan- dijo Ansgar mientras se ponía de pie, -Santuario?, por favor, no se que tienen en la cabeza los jóvenes de ahora- continuaba mientras pasaba una de sus manos a través de su incipiente barba. Caelhus sin embargo había escuchado seriamente el relato del Caballero de Bronce y había percibido honestidad en sus palabras; el joven se puso de pie, tomó una herramienta de un baúl cercano y nuevamente se puso su abrigo de piel acercandole también uno a Lykaios, -Se que no debe causarte mucha gracia salir nuevamente, pero tengo que ir a revisar que todo este en orden en el cuarto de máquinas y no me desagradaria tener un poco de compañía- exclamó el joven de cabellos rubios mientras le guiñaba uno de sus ojos. Lykaios se puso de pie, calzo el abrigo sobre su cuerpo asegurándose de que ni una mínima brisa pudiese traspasar la gruesa piel y volvió a salir hacia la cubierta del barco. Juntos caminaron hacia la popa del barco y Caelhus se apoyó sobre uno de los barandales mientras contemplaba la estela que el Hydor iba a dejando al desplazarse sobre el agua y comenzó a dirigirse al Caballero de Bronce, -Disculpa a mi hermano, nuestra infancia no ha sido la más sencilla; vivimos toda nuestra niñez sobre este barco e incluso podría decirte que el parto en el que mi madre me tuvo se llevó a cabo en uno de los camarotes. Este es todo lo que conocemos, esto ha sido nuestra vida, y a veces convivir cada día de tu vida con el hielo y el viento helado del ártico puede acabar volviéndote un poco frío-, expresó Caelhus mientras Lykaios se acercaba para apoyarse junto a él sobre aquel barandal.

 

 

-Lo entiendo Caelhus, mi infancia en Marruecos tampoco fue precisamente la ideal, nací rodeado de pobreza, de muerte, de desesperación; perdí a mis padres cuando aún era un niño pequeño, pero fue el Santuario el lugar que supo acogerme y convertirse en mi hogar; pero esto no se trata de nuestras historias personales, si alguno de ustedes es el Ascendiente creeme que el mundo entero los necesita- exclamó el Caballero de Lince sin quitar su mirada de la inmensidad de aquel descomunal océano; -No voy a reírme de ti como mi hermano, pero no hay nada especial en nosotros que pueda hacerme pensar que somos esa persona, solo somos dos hombres que pasamos nuestros días persiguiendo pesqueros que vienen a saquear las aguas del Océano Ártico, pero eso no nos hace especiales, solo hacemos lo correcto como miles de personas más alrededor del mundo. Acaso se supone que tengamos alguna marca especial o algo por el estilo?- preguntó Caelhus mientras Lykaios acercaba una de sus manos a su mentón, -Pensándolo bien, no se como diablos se supone que lo identifique; en el Santuario no me dijeron nada sobre eso, supongo que en este momento deben estar reprendiendo muy fuerte a mi Maestra- indicó Lykaios mientras ambos echaban a reír. -Me gustaria mucho ayudarte; iremos a ver de dónde proviene esa columna de humo y luego regresaremos a Finlandia, quizás ese que busques se encuentre en tierra firme y solo caíste aquí para que nosotros pudiésemos llevarte hacia él- dijo Caelhus con entusiasmo, -No lo se, supongo que es posible que sea eso lo que haya pasado, espero que sea eso, sino estare en serios problemas-, respondió Lykaios con algo de resignación. -Muy bien amigo mío, ahora volvamos al puente, debemos estar cerca y quiero estar con mi hermano cuando debamos decidir si acercarnos más o darnos la vuelta; realmente no tengo intenciones de que ninguno de nosotros muera el día de hoy- sostuvo el rubio joven volviéndose y emprendiendo nuevamente el camino hacia el centro de mando. Al entrar Caelhus se dirigió directamente a hablar con su hermano y Lykaios se tentó a mirar a través de los binoculares, pero la imagen que este le devolvió heló completamente su sangre; a unos doscientos metros podía contemplar una enorme embarcación partida a la mitad, con fuego saliendo de sus recamaras y envuelta en una densa nube de humo negruzco. Sin duda lo que había acontecido había sido una masacre absoluta y no dudo un momento en presentir que destrucción semejante solo podía tener la firma de los enemigos de los que Therys había hablado. Lykaios arrojó los binoculares hacia el suelo y corrió hacia Caelhus, llevándolo hacia el ventanal de la cabina y mostrándole lo que estaba sucediendo ante lo que el joven no dudó un momento en dirigirse hacia donde se encontraba su hermano para informarle que debían regresar y buscar ayuda. -Ansgar, rápido, toma el timón, debemos regresar al puerto de Pori, los tripulantes de esa embarcación deben necesitar ayuda y nosotros solos no podremos auxiliar a toda la tripulación de semejante embarcación- gritó Caelhus, pero en ese momento, su hermano lo golpeó con su puño derribandolo al suelo ante la sorpresa de Lykaios que no sabia como reaccionar ante ese acto de violencia. Ansgar adelantó sus pasos y tomó el timón del Hydor, pero al acercarse, el Caballero de Bronce pudo percatarse de que los ojos del mayor de los hermanos estaban completamente blancos, como si este estuviese sumido en un profundo trance. En vano intentó empujarlo para que este volviese en sí, pero sin importar lo que hiciera, Ansgar continuaba dirigiendolos directamente hacia donde se encontraba toda aquella destrucción. Lykaios se acercó a Caelhus para socorrerlo mientras este frotaba la palma de su mano sobre su mejilla para aliviar el dolor por el impacto del golpe de su hermano. -Ansgar, estupido demente, que crees que haces?, quieres que suframos el mismo destino que las personas que iban en ese barco?, vamos a morir todos si seguimos acercándonos, detente- exclamó Caelhus mientras tomaba con una de sus manos una pesada herramienta, -Vamos Ansgar, no me obligues a tener que hacer algo que no deseo, detente ahora o tendré que golpearte- continuó vociferando el joven mientras elevaba aquella herramienta en el aire y la precipitaba hacia la nuca de su hermano quien parecía hacer caso omiso a las palabras que estaba escuchando. Una gran herida se abrió cuando finalmente el golpe de Caelhus impacto sobre la nuca de su hermano, pero este nuevamente parecío no inmutarse, seguía de pie frente a ellos y el Hydor estaba ahora a solo pocos metros de la destruida embarcación. El humo comenzó a colarse dentro de la cabina haciendoles difícil respirar y reduciendo terriblemente la visibilidad, por lo que ahora la preocupación de Lykaios se enfocaba en que no hubiese un impacto entre ambas naves, hecho que solo conseguiría empeorar la situación. Cuando finalmente superaron el humo pudieron ver a un lado del Hydor la proa de la otra embarcación completamente destruida, con el metal que conformaba el casco desgarrado como si tratase de un frágil trozo de papel y sobre el agua, el combustible que se derramaba de este ardía creando un paisaje cuanto menos irónico. Lykaios salió fuera de la cabina para intentar observar si aun habian sobrevivientes de semejante tragedia, pero el océano estaba repleto de cadáveres despedazados o incinerados, lo que revolvió las entrañas del Caballero de Bronce que nunca había contemplado masacre de tal magnitud; Caelhus salió detrás de él y se acercó hacia el barandal, pero entonces una potente rafaga de hielo lo aventó contra la estructura de la cabina con tal fuerza que agrieto el vidrio de esta. Lykaios corrió hacia él mientras este le balbuceaba que su Caja de Pandora se encontraba en uno baúl que se emplazaba a unos metros de ellos, por lo que el Caballero de Bronce no titubeo en dirigirse a ella para finalmente envestirse en la Armadura de Bronce de Lince.

 

 

Entonces, finalmente, el Hydor se detuvo impactando contra lo que parecía ser el borde de un glaciar y sobre el, dos extrañas figuras se mostraban apoyadas con sus espaldas sobre salientes de hielo que emergían desde el glaciar. Lykaios se apresuró a ponerse a la defensiva posicionándose frente a Caelhus quien comenzaba a levantarse luego de su fuerte golpe; las dos figuras levantaron sus miradas hacia la embarcación y una de ellas se adelantó algunos pasos para poder observar mejor a sus tripulantes. Lykaios alcanzó a notar a la distancia como esta se encontraba ataviada en una Armadura de tonalidad dorada con ornamentos de un oscuro color azul y sobre su rostro, ambas portaban yelmos que emulaban lo que parecía ser el rostro de un canido. -Finalmente llegaron, llevábamos tiempo esperandolos- exclamó una de estos seres mientras Lykaios juntaba valor para realizarles la pregunta que develaria todas sus dudas. -Esperándonos?, quienes son ustedes?, y porque masacraron a todas estas personas?- preguntó el Caballero de Bronce mientras el ser que aún se encontraba reposando sobre el glaciar se incorporaba y se acercaba hasta pararse junto a su compañero; -Una vez nos conocieron como Generales Marinos de Poseidón, aunque ahora nuestra lealtad ha cambiado tanto como nuestras Scales; nosotros somos los Daimons Marinos del Dios Primordial Pontos, yo soy Zelig de Lykos y mi camarada es Hrithik de Megalesius; en cuanto a los cadáveres que nos rodean, comprendannos, necesitábamos una carnada- respondió uno de los Daimons ante la sorpresa del Caballero de Bronce de Lince. -Pero yo he visto imagenes de ustedes, las Scales de los Generales Marinos no eran como sus Armaduras, y los seres a los que representan no guardan relación con las criaturas a las que representaban los sirvientes de Poseidón; ustedes no pueden ser Generales Marinos, eso es imposible- gritó Lykaios mientras Hrithik comenzaba a reír; -Cuando Pontos se apoderó de la Atlántida encontró en nosotros un gran potencial para servirle, sin embargo, no estaba conforme con la capacidad de las Scales y decidió utilizarlas como lienzo para crear las Ars Abiectus de sus Daimons Marinos, conservando solo las características más poderosas de cada una de esas Armaduras- comenzó a relatar el Daimon de Megalesius, -El Daimon que el Ascendiente al que llaman Sheratan encontró en Shar Bumpa portaba la Lanza de Chrysaor pues esa Scale era la que Ponto había utilizado como lienzo para crear la Ars Abiectus de Crison. Ahora nuestros mantos se inspiran en los Telquines, los hijos de Pontos y Gea, y los estábamos esperando pues en su embarcación viaja el último Daimon Marino que necesitamos para completar nuestra formación- continuó relatando Hrithik mientras Lykaios se apresuraba a interrumpirlo, -No dejaré que toquen a ninguno de ellos, los defenderé con mi vida si es necesario- gritó el Caballero de Bronce mientras uno de los Daimons se elevaba haciendo emerger un pilar de hielo desde el suelo del glaciar para descender luego en la proa del Hydor; -Temía que dijeras eso, siempre lo dicen, siempre tan nobles, tan abnegados, tan dispuestos a dar sus vidas, siempre tan irritantes- instigó el Daimon Marino de Lykos en el momento preciso en el que comenzaba a acrecentar su energía materializando con ella un grupo de feroces lobos de pelaje blanco y enorme tamaño, -Los Telquines eran seres marinos con cabeza y torso de lobo y colas de serpientes, fueron los Daimons que se apoderaron de los océanos y cada uno de ellos poseía características especiales, como lo ves, la mía son mis adoradas mascotas- expresó mientras pasaba su mano por el pelaje de una de las bestias albinas, -Pontos utilizó la Scale de Scylla como lienzo para crear mi Ars Abiectus y esto me da la capacidad de conseguir materializar a mis amados lobos, y aunque estos solo sean extensiones de mi energía, verás que sus mordeduras pueden resultar tan dolorosas como reales- continuó mientras alzaba el dedo índice de su mano izquierda ordenandole a los feroces lobos que se abalanzaran sobre el cuerpo del Caballero de Bronce quien no pudo hacer nada para evitar que las fauces de esas bestias se aferraran a la Armadura de Lince destruyendola y ocasionandole un dolor extremo. -Realmente no era nuestro objetivo tener que detenernos a enfrentarnos a ti, solo habíamos venido a propiciar el nacimiento del último de nuestros hermanos y mira, mira lo que me obligaste a hacerte- expresó Zelig mientras saltaba como un lobo y se agazapaba frente al cuerpo sangrante de Lykaios, llegando por momentos a comportarse como una bestia. El Caballero de Bronce de Lince intentaba superar mentalmente el dolor y reunir la cantidad suficiente de cosmos para poder desatar el poder de su Garra Brillante del Infierno, pero en el preciso momento en el que creyó poder hacerlo Hrithik de Megalesius se acercó y posando uno de sus dedos sobre la frente de Lykaios despertó los recuerdos más terribles del enviado del Santuario, -Lymnades fue la Scale que dio inicio a mi Ars Abiectus y su capacidad de torturar la mente de sus enemigos ahora me pertenece. No sientas vergüenza, estuviste muerto desde el preciso momento en que nos viste y los minutos que le sucedieron fueron un regalo que decidimos darte para que entendieras quienes serían los encargados de asesinarte, ahora…- indicaba Hrithik cuando Zelig lo interrumpió frotando sus manos y denotando que se le había ocurrido una gran idea, -Espera hermano, porque no hacemos más divertida esta situación y dejamos que sea el Daimon a quien vinimos a despertar quien acabe con el?; después de todo este insecto ya está indefenso tanto física como mentalmente, ya no puede ofrecernos oposición alguna- infirió el Daimon de Lykos obteniendo la aprobación de Hrithik, -Excelente idea Zelig, realmente excelente, comencemos entonces; es hora de que Damnamenum resurja- clamó el Daimon Marino mientras Ansgar hacía su aparición y aún sumergido en un profundo trance se arrojaba a las heladas aguas del Océano Ártico. Caelhus reaccionó inmediatamente ante esto y corrió para arrojarse a las álgidas aguas a socorrer a su hermano, más al estar a punto de hacerlo, una descomunal columna de agua se elevó hacia el firmamento congelándose en el instante y emanando desde su interior una potente luz de tonalidad violácea. -Esa es la crisálida del último Daimon Marino imbeciles, les presento al sublime nigromante de los Telquines, Damnamenum- gritó Zelig abriendo sus brazos mientras la columna de hielo se resquebraja y caía a pedazos revelando a un nuevo ser en su interior. Su Armadura era similar a lo de los otros Daimons Marinos y sobre su rostro portaba el mismo yelmo, solo que a diferencia de Zelig y Hrithik, empuñaba en una de sus manos un báculo con extrañas ornamentaciones que celebraban la muerte. El nuevo Daimon descendió hacia la cubierta del Hydor y al tocarla con sus pies, toda la superficie de esta se cubrió con una gruesa capa de hielo, -Hermano, qué haces?, qué te sucede?- gritó Caelhus, a lo que el Daimon respondió azotando la base de su báculo contra el hielo de la superficie, lo que comenzaba a desatar una fuerte marea que comenzaba a azotar al Hydor. -Hermano?, por supuesto, este recipiente que estoy usando debe ser ese hermano del que hablas; aunque lamento informarte que el ha sido desterrado de este cuerpo y ahora su alma está alimentando a los Dioses Primordiales; a pesar de eso mantendré su nombre como mis hermanos, por lo que puedes llamarme Ansgar de Damnamenum- exclamó el Daimon Marino mientras el aire comenzaba a llenarse de sonidos similares a alaridos y quejidos y un aroma putrefacto ascendía desde los costados de la embarcación.

 

 

-Yo soy el nigromante de los Telquines, quien domina a los muertos, y adivina, estamos rodeados de ellos- señaló el Daimon Marino mientras los cuerpos exánimes de toda la tripulación de la embarcación pesquera destruida comenzaban a ascender a través del casco para invadir completamente la cubierta. Los lobos de Lykos entonces se desvanecieron y el Caballero de Bronce de Lince cayó sobre el suelo cubierto de sangre y con su rostro paralizado ante el tormento mental que estaba sufriendo debido al poder de Hrithik de Megalesius. Caelhus corrió hacia él intentando mantenerse en pie sobre la deslizante superficie y con las fuerzas que le restaban lo arrastró hasta la seguridad de la cabina y aseguro la puerta de esta para intentar que los cuerpos reanimados por Ansgar no consiguieran alcanzarlos, aunque en su mente sabía que solo estaba postergando lo inevitable. El joven se sentó en el piso apoyando su espalda contra la puerta para contener de otra manera los embates de ese inverosímil ejército de muertos, pero aun así, podía escuchar como las ventanas comenzaban a agrietarse y el vidrio cedía acercando aún más el momento en que las criaturas llegarían hasta ellos. Lykaios se ayudó con una de sus manos y se sentó junto a Caelhus, quien tenía ambas manos apoyadas sobre sus ojos, -Mi padre tenía razón, este bote acabaría convirtiéndose en nuestra tumba; esto es una maldita pesadilla- se lamentaba Caelhus golpeando ahora la superficie con su puño cerrado. -Me enviaron para buscar a la persona que salvaría al mundo y siquiera pude salvarlos a ustedes, soy una vergüenza para el Santuario y para mi Maestra- continuaba Lykaios compartiendo la congoja de su acompañante. -Si tan solo hubiese algo que pudiésemos hacer, si tan solo existiera una posibilidad de salir de aquí para salvar a mi hermano, por todos los Dioses, daria lo que fuera por tener un día más- expresó Caelhus en el preciso momento en el que la temperatura de toda la cabina descendía abruptamente hasta prácticamente el punto de congelación y Lykaios se desplazaba alejándose del más joven de los hermanos. -Demonios, sientes eso Lykaios, deben ser ellos nuevamente…- sostuvo Caelhus, pero al mirar al Caballero de Bronce pudo notar como este lo observaba de forma extraña, -Que te sucede ahora?- preguntó el joven, -No se que sucede, pero este frío tan profundo no proviene de ellos Caelhus, proviene de ti- respondió Lykaios. Caelhus se puso de pie y bajó su mirada para contemplar como un aura de color blanco envolvía completamente su cuerpo y entonces, la conciencia que permanecía dormida en el finalmente despertó. -Tu eres…, pero me dijiste que tu no…, no puede ser- balbuceaba el Caballero de Bronce en el momento en que Caelhus apoyaba su mano sobre la barra que había estado trabando la puerta de la cabina, -Si amigo mio, yo soy el Ascendiente de la onceava constelación, Caelhus de Acuario-. El Caballero Dorado emergió desde el puente de mando e inmediatamente, todos aquellos muertos reanimados se congelaron por completo. El hielo los invadía, los cristales se multiplicaban a través de sus exánimes cuerpos ante solo sentir la presencia del Ascendiente, quien se desplazaba lentamente a través de estos sin sentir temor alguno y con la única determinación de acercarse a sus letales enemigos. -Acaso me atacaras y te arriesgaras a destruir el cuerpo de tu hermano Ascendiente de Acuario?- preguntó el Daimon Marino de Damnamenun retrocediendo algunos pasos y apuntando a Caelhus con la punta de su báculo; -Sabía que te esconderias detrás de la piel de Ansgar para intentar salvarte, después de todo eso es lo que hacen los cobardes- indicó el Ascendiente en el momento en que Zelig de Lykos volvía a materializar a sus lobos, -Estupido Daimon, realmente crees que esos perros rabiosos podrán evitar que me vengue de ustedes?, que tal si comprobamos cuánto tardan en sucumbir ante mi cero absoluto- expresó Caelhus agachándose y posando ambas manos sobre el piso de la cubierta al momento en el que hielo creado anteriormente por Ansgar comenzaba a cambiar su composición convirtiéndose en propiedad de Caelhus, quien comenzó a hacer surgir punzantes aristas de hielo que atravesaron los cuerpos de las bestias haciendo que se desvanecieran y a su vez, conformando una prisión alrededor de los Daimons Marinos cerrándose alrededor de estos y convirtiéndose en una inexpugnable cúpula de cristal. -Aún no puedo utilizar completamente mis poderes, pero con lo que poseo me basta para manipular el hielo que nos rodea; solo con eso me bastará para destruirlos- cito el Ascendiente elevando sus manos hacia el cielo haciendo que inmensas columnas de agua se elevaran desde el océano y rodearan completamente el Hydor. -La constelación de Acuario guarda relación con dos figuras mitológicas, la primera de ellas es Ganímedes, el copero de los Dioses y esa ha sido precisamente la faceta que mi antecesor transfirió a los mortales; pero yo, como su descendiente directo, puedo utilizar el otro costado de Acuario, el que encierra el verdadero poder de mi constelación, preparense para conocer una fracción del poder de Urano, Exclamación de los Cielos- gritó Caelhus mientras los pilares de agua comenzaban a arremolinarse y descender con una potencia de magnitud descomunal directamente sobre las fisonomías de los Daimons Marinos. La destrucción era absoluta y el Hydor, destrozado por el poder que se había desatado sobre su frágil casco comenzó a hundirse, pero Caelhus no se inmutaba, parecía estar siendo dominado por una furia indescriptible y se adelantaba hacia sus enemigos concentrando nuevamente su poder para liberarlo una vez más. Lykaios corrió hacia él pues podía ver como el portal del Ouroboros comenzaba a abrirse, -Caelhus, es suficiente- susurró el Caballero de Bronce posando una de sus manos sobre el hombro del Ascendiente mientras intentaba soportar la forma en la que el extremo frío que emanaba del cuerpo de este parecía penetrar su carne y sus huesos, -El Hydor se hundirá y nosotros con él si continuas aferrándote a tu venganza; tu hermano sigue dentro de ese Daimon, pero si ambos mueren ya nada podrás hacer para recuperarlo- continuó Lykaios mientras los Telquines del Dios Ponto volvían a ponerse de pie luego de tolerar el poder de la Exclamación de los Cielos; sus Ars Abiectus estaban seriamente dañadas y Hrithik de Megalesius denotaba en su delgada fisonomía severos rastros de una profunda congelación que no le permitía mover libremente sus músculos. Ansgar de Damnamenum se irguió apoyándose en su báculo mientras tres nuevas y enigmáticas figuras se materializaban sobre el continente helado camuflandosé entre las copiosas rafagas de viento y nieve, -Puede que hayas ganado esta batalla Ascendiente, puede que nos hayas doblegado, pero esto recién comienza, estos son solo los albores del apocalipsis que eclipsara a la humanidad, festeja tu pequeña victoria si así lo deseas, pero el triunfo absoluto será solo nuestro y me encargare de que sea este rostro humano que pertenecía a tu hermano el último que veas cuando exhales tus últimos suspiros- esgrimió el Daimon en tono amenazante mientras un halo de oscuridad se desataba desde una de las siluetas que se habian manifestado, abarcandolo todo y cegando a los protectores del Santuario, cubriendo con un velo de sombras el escape de los sirvientes de los Dioses Primordiales. -Con el Hydor se hundirá también nuestra historia mi querido hermano, pero pronto te recuperaré; lo juro por nuestro padre que no me resignaré a perderte de esta manera- clamó Caelhus hacia la inmensidad mientras apretaba su puño en alto; -Llegó la hora Caelhus, el Santuario y los Ascendientes que ya se han reunido te esperan y ante lo que se avecina, nos necesitaras tanto como nosotros te necesitamos a ti- dijo en tono parsimonioso Lykaios de Lince señalando el portal del Ouroboros. Caelhus se volteo y sucedió sus pasos hasta adentrarse en el vórtice que lo conduciría a los dominios de la Diosa Athena acompañado por el joven Caballero de Bronce, quien comenzaba a tomar una mayor dimensión sobre la Guerra Santa que se aproximaba inexorablemente y sobre lo mucho que aún debía desarrollar sus capacidades si realmente deseaba ser de alguna utilidad para el Santuario. El cuarto Ascendiente había despertado mientras que las fuerzas de los Dioses Primordiales parecían presentarse cada vez más avasallantes y numerosas; el tiempo continuaba su marcha imparable y la presencia de las primeras Deidades comenzaba a mostrar su influencia sobre el mundo mortal; los minutos corrían y solo una pregunta resonaba dentro de las mentes de los protectores de la humanidad, acaso todos sus esfuerzos serán suficientes para detener el juicio final?.

 

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